Siguiendo las normas establecidas por las autoridades sanitarias, los chicos volvían a dormir a sus casas, pero aprovecharon para tener esa convivencia largamente deseada por todos en la Apostólica.
Además de juegos, una campaña de puntos, una olimpiada, una gincana (de “los 7 dolores de María”) y mucha convivencia, los chicos participaron en diferentes actividades espirituales para acercarse más a Dios y más en estas fechas de Semana Santa.
También pudieron conocer la vida de los precandidatos, los seminaristas menores de los Legionarios de Cristo, y convivir con ellos. Salieron entusiasmados con ser más amigos de Cristo y ayudarle a contagiar su amor en sus ambientes. Varios han mostrado interés por repetir la experiencia. Hemos hablado con el P. Ramón Loyola, L.C., uno de los organizadores de las convivencias, para que nos comparta la experiencia, y si quieres ver la fotogalería, entra en este enlace.
¿En qué han consistido estas convivencias en el centro vocacional?
Son convivencias con tres objetivos: primero, acercarse más a Cristo para ser más amigo suyo; segundo, hacer buenos amigos compartiendo con todos los participantes deportes, formación, campañas de puntos, comidas y juegos; y tercero, conocer un poco más cómo se forman y viven los seminaristas menores, que son chicos que están estudiando secundaria y bachillerato mientras están pensando en la idea de ser misioneros, sacerdotes.
En la práctica son convivencias como las del ECYD, pero con el añadido especial de convivir con los chicos del Centro vocacional o seminario menor que son súper acogedores, buenos amigos, ejemplares, alegres…
Siendo unas convivencias, en el seminario menor, ¿quién puede participar en ellas?
Cada curso escolar, para chicos de nuestros colegios (y también de otros colegios), se organizan varias de estas convivencias de fin de semana. Para los chicos que muestran curiosidad por conocer la vida de los misioneros y de los que se preparan para serlo, estas convivencias les permiten conocer más a Dios y tener la experiencia de cómo viven y se forman chicos que, siendo como ellos, tienen un interés o inquietud por la vocación y que son muy majos: naturales, generosos, piadosos, entregados, detallistas…
Convivir con ellos es magnífico. No se trata de un retiro sobre la vocación, sino una actividad de convivencia y formación que les anima a seguir dando a Dios el primer lugar en sus vidas, a ser amigos incondicionales e inseparables de Jesús y también a querer ser sus apóstoles contagiosos, confiados y felices.
Muchos chicos participan al menos una vez, algunos repiten muy contentos, pero todos salen muy entusiastas y agradecidos.
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