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Misiones urbanas de Semana Santa en Canillejas | Natalia: “Me llenó el corazón ver cómo, a través de la música, la gente conectaba con Dios y conocían un poquito más a Jesús y a María”

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Natalia es mexicana aunque está en España estudiando el grado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, tras haber estudiado el de Ingeniería en Alimentos, en la Universidad Anáhuac de México.

Curiosamente conoció el Regnum Christi en unas misiones, cuando tenía 15 años y la invitaron a Color Misionero. Desde entonces siempre ha participado en misiones y en 2017 se incorporó al Regnum Christi.

 

Nos cuenta que “estas han sido mis séptimas misiones de Semana Santa, aunque también he participado en misiones de Navidad, concretamente en Cancún”. Y sobre estas, en concreto, llevadas a cabo en la parroquia de Santa María la Blanca, en el madrileño barrio de Canillejas, por Juventud Misionera, no solo apoyaron en la liturgia, sino que también colaboraron en su comedor social: “Ayudamos un poco en todo, desde cocinar, montar los tuppers de la gente que venía a recoger las comidas y hablar con ellos, acompañándoles, mientras esperaban…”.

 

¿Qué te motivó a ir de misiones aunque hubiese confinamiento?
Para mí, desde mis primeras misiones, he tenido muy claro siempre el cómo me gustaría vivir cada Semana Santa. Creo que, como católicos, es un momento para vivir lo más cerca a Dios posible y creo totalmente que las misiones son la manera ideal para hacerlo. Después de unas misiones 2020 que vivimos de manera online, si bien la experiencia en familia e introspectiva fue invaluable, este año sabía que extrañaba muchísimo la experiencia, como pudiera acomodarse, de vivirlas fuera, con la gente y dando testimonio de lo mucho que significan estos días santos para mí. Así que, en cuanto salió la convocatoria, no quise esperar un minuto más para apuntarme.

 

La particularidad de estas misiones es que han sido totalmente urbanas, en plena ciudad de Madrid… algo poco habitual. ¿Qué es lo que habéis hecho?
¡Ciertamente éstas fueron unas misiones muy diferentes a las que había vivido antes! Pero, incluso así, Dios es enorme y fue una experiencia preciosa. Hicimos cosas muy similares a las que hubiéremos hecho normalmente, creo yo; solo que, por ejemplo, en vez de ir nosotros a buscar a la gente de puerta en puerta a misionar, ¡la gente venía a nosotras!

 

La dinámica del día empezaba rezando Laudes, después teníamos momentos de evangelización a través de reflexiones y de la música, mientras tanto otra parte del equipo apoyaba en el comedor social de la parroquia o en la fundación Altius. Y por la tarde teníamos actividades de catequesis con la gente y, por supuesto, las celebraciones litúrgicas correspondientes a cada día. Como si hubiéramos estado en las misiones de siempre, solo que con mascarilla… jajaja…

Como si hubiéramos estado en las misiones de siempre, solo que con mascarilla…

Además de la colaboración en la liturgia también habéis estado dedicando tiempo a la acción social. ¿En qué ha consistido?
Tuvimos la oportunidad, como contaba, de apoyar en el comedor de la parroquia, un proyecto precioso en el que la misma gente de la zona, se dedica a armar comidas y repartirlas a quienes lo necesitan en el barrio. Ayudamos un poco en todo, desde cocinar, montar los tuppers de la gente que venía a recoger las comidas y hablar con ellos, acompañándoles, mientras esperaban. Fue una parte especial de estas misiones que definitivamente disfruté mucho.

 

Algunos jóvenes misioneros de Santa María la Blanca se unieron a otros grupos de misiones y apoyaron en la Fundación Altius
Algunos jóvenes misioneros de Santa María la Blanca se unieron a otros grupos de misiones y apoyaron en la Fundación Altius

¿En qué se han diferenciado de otras misiones de Semana Santa?
¿Lo más notorio? Como contaba, ¡la mascarilla! Además, el equipo de Juventud y Familia se encargó de diseñar unas mascarillas espectaculares con el logo de Juventud que era un gozo traer puestas. Además de esto, había muchos detalles que parecían surrealistas, desde el llegar al barrio en metro o bus vestidas de misioneras o vivirlas tan auténticamente urbanas, fue brutal. Sin embargo, como en cada año, el sentimiento de estar “como en casa” y justo donde quería estar fue el mismo, el contar con un equipo increíble también y el vivirlas llena de gozo también, así que me quedo muy contenta.

Hubo muchos detalles que parecían surrealistas: desde el llegar al barrio en metro vestidas de misioneras o vivirlas tan auténticamente urbanas

¿Cómo os recibieron la gente de la parroquia? Un misionero siempre es algo novedoso, y en una ciudad aún más…
Con los brazos bien abiertos, con una apertura enorme de estar y compartir y con sonrisas increíbles que te hacen querer seguir adelante y que no se acaben las misiones nunca! Se sintió tan natural estar con la gente, su participación en todo fue siempre al pie del cañón, abriéndonos las puertas con un gran “Bienvenidas, las estábamos esperando”, compartir con ellos y escuchar sus historias fue increíble y nos sentimos muy queridas y muy bien recibidas siempre.

 

¿Y el párroco?
El párroco nos dejó a todas sin palabras más que “Gracias”. Una persona tan amena, tan flexible y tan auténtico en su vocación que estuvimos encantadas. Desde el momento en que se empezó a organizar todo, hasta cuando le pedimos cantar el himno de Juventud el Domingo de Resurrección, en cada detalle había una disposición y un “Sí” tan grande que es de admirar y que nos inspiró muchísimo.

En la parroquia nos abrieron las puertas con un gran “Bienvenidas, las estábamos esperando”

¿Qué es lo que más te ha impactado en esta experiencia misionera?
Especialmente la manera tan impresionante en que todo iba fluyendo y se iba acomodado o, más bien, en la que Dios lo iba acomodando. Con tantas limitaciones por el tema de la pandemia racionalmente uno hubiera pensado que era una “misión imposible”, pero todo lo contrario. El equipo en todo momento tuvo una flexibilidad y una disposición muy grande, las actividades con la gente se daban con mucha naturalidad y cualquier pequeño atasco que surgiera se resolvía de una manera muy sencilla. Creo que fueron unas misiones en las que, si bien por supuesto había momentos importantes de luto y de “cruz”, en cada uno de los que estábamos ahí podía sentirse un gozo muy real siempre. Creo que podemos decir con certeza que cada día Santo lo vivimos muy fuertemente con los ojos puestos en el Domingo de resurrección y eso fue impactante, nunca lo había sentido de esta manera tan especial y me encantó.

 

¿Puedes contarnos alguna anécdota que hayas vivido en tu trato con la gente donde misionabais y que te haya tocado el corazón?
En lo personal, mi historia con Dios siempre ha estado fuertemente marcada por la música, tanto ha sido así que hoy por hoy canto y toco la guitarra y todo empezó así, cantándole a Dios y conectando así con Él. Hubo un momento en el que, durante las reflexiones en el “misioneo” en la parroquia por la mañana, me pidieron que tocara música. El ver a la gente conectar con Dios de una manera tan real, como lo que yo he vivido con Él, a través de la música, el ver como conocían un poquito más a Jesús o María a través de ella y ver la emoción de algunos que se acercaban con alguna que otra lágrima a agradecernos por la reflexión y la música, fue brutal y me llenó el corazón entero.

Me llenó el corazón entero ver cómo, a través de nuestra música, la gente conectaba con Dios y conocían un poquito más a Jesús y a María

La virtud de hacer misiones en Madrid, es que podéis volver siempre que queráis… puede haber una misión continuada. ¿Os lo habéis planteado?
¡Totalmente! De hecho este domingo que viene esperamos poder ir a misa en la parroquia como equipo y convivir con la gente una vez más. Además de esto, como contaba antes, el proyecto que tienen del comedor es impresionante y nos encantaría buscar la manera de, como equipo, pero sobre todo como familia Regnum Christi, apoyar para que puedan seguir ayudando a tanta gente.

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