Sin embargo, después de siete días de marcha, dos días antes de llegar a la tumba del Apóstol, el COVID-19 les ha obligado a regresar a casa anticipadamente.
Les acompañaban seis legionarios y tres consagradas, entre las que se encontraba Betty Rivera, directora territorial de las Consagradas del Regnum Christi.
En una entrevista que hicimos al P. Alexis antes de iniciar la peregrinación, y que sigue teniendo todo el valor, nos contaba: “Lo que buscamos es generar ese buen ambiente con jóvenes que vivan con su vocación de Regnum Christi y que también que sus amigos invitados conozcan esta experiencia; que conozcan jóvenes que se saben divertir y gente que sabe ponerse retos, que saben rezar, alegrarse. Esto es lo más importante del cursillo, que realmente los jóvenes tengan una profunda y real experiencia con Dios, con los demás y consigo mismos”. Un mensaje que no ha perdido validez ni entonces ni ahora.
¿Cómo es posible combinar un cursillo del Regnum Christi con una peregrinación a Santiago? ¿Hay fuerzas para hacer las dos cosas a la vez?
Lo que nosotros buscamos es una experiencia práctica del Regnum Christi. A lo largo de muchos años, ha habido cursillos teóricos donde se ha querido, a través de contenidos y de formación, ayudar a los jóvenes a adentrarse en la vivencia del Regnum Christi. Sin embargo, nos damos cuenta de que muchas veces el Regnum Christi no es un contenido, sino una experiencia vital de que el movimiento son las personas que lo componen. Por tanto, lo que todos buscamos es generar ese buen ambiente con jóvenes que vivan con su vocación de Regnum Christi y que también que sus amigos invitados conozcan esta experiencia; que conozcan jóvenes que se saben divertir y gente que sabe ponerse retos, que saben rezar, alegrarse. Esto es lo más importante del cursillo, que realmente los jóvenes tengan una profunda y real experiencia con Dios, con los demás y consigo mismos.
Buscamos generar ese buen ambiente con jóvenes que vivan con su vocación de Regnum Christi y que también que sus amigos invitados conozcan esta experiencia; que conozcan jóvenes que se saben divertir y gente que sabe ponerse retos, que sabe rezar, alegrarse
¿Por qué el tema espiritual es “el arte de recomenzar”? ¿Qué tenemos que recomenzar? ¿Qué tiene que recomenzar un joven?
Uno de los elementos más importantes del ser humano es la memoria: memoria de que somos creados y que fuimos hechos para amar y ser amados. También, memoria para recordar que Dios nos llama a la felicidad y al cielo y que muchas veces en el día a día, con el contacto con el mundo y con tantas cosas se nos puede olvidar. Siempre es bueno volver a empezar y aprender desde el código genético de nuestra vida. El código genético del cristiano es la creación, en el Génesis vemos que Dios tiene un orden a la hora de crear todo y también nos invita a adentrarnos en ese profundo misterio. En el día a día no tenemos siempre la posibilidad de pensar en esto, ya que se nos olvida y muchas veces la superficialidad nos gana. Creo que es un oportunidad ideal porque en el camino Santiago tenemos espacios de concentración, de silencio y de encontrarnos con nosotros mismos y también de cargar con la mochila con la que también tenemos que llevar los cansancios, los dolores de piernas, las ampollas. Es un momento para que los jóvenes reconecten y recuerden lo esencial de la vida y que, tanto si han tenido un buen año o un mal año, sepan otra vez en reconectar y encontrarse con Dios.
¿Cómo es un día normal en esta experiencia de combinar cursillo y camino de Santiago?
El camino de Santiago nos ofrece una oportunidad ya de por sí muy grande y bonita para encontrarnos con Dios, con nosotros mismos y con el otro. También, la vocación del Regnum Christi es una llamada a encontrarnos constantemente con un Dios que nos llama y ama, y que también es una llamada a compartir con los demás el amor que Dios nos deposita en el corazón. Es una oportunidad para sabernos queridos y llamados por Dios y, sobre todo, valorar profundamente la llamada a la vida y a la existencia, a entregar la vida por Dios y los demás. En el cursillo del Regnum Christi lo que buscamos es profundizar en la fe y en la vocación.
En este año queremos ayudar a los jóvenes, en un tiempo tan marcado por la pandemia y dentro de la circunstancia concreta que los jóvenes viven de querer reconectar con Dios y recomenzar, de volver al código genético de nuestra existencia y reconocer que hay una serie de principios que rigen nuestra vida y que muchas veces en el día a día, o por el dolor o la superficialidad se nos olvidan. Esos principios pasan por reconocer que Dios ha creado todo y que también, en mi vida, hay una serie de prioridades que se deberían reconocer en vez de que yo las elija. También, reconocer que Dios deja unas grandes evidencias en la Tierra con las que nosotros nos podemos encontrar con Él. Este curso mira una experiencia vital que están pasados los jóvenes y que quiere ofrecer una respuesta y al mismo tiempo una experiencia real del Regnum Christi: encontrarnos con jóvenes que viven esa llamada en el corazón, que vibran con ella y que despierten a aquellos que quizás no la viven y suscite ese deseo de conversión interior constante y de apostolado.
Es una oportunidad para sabernos queridos y llamados por Dios y sobre todo valorar profundamente la llamada a la vida y a la existencia, a entregar la vida por Dios y los demás.
¿Qué virtudes viven especialmente durante estos días?
Lo que buscamos es cultivar la vida y la vivencia de la vida interior. Vivimos en un mundo cargado de superficialidad, donde hay poca reflexión, no hay silencio y por la pandemia estamos mucho tiempo encerrados. Esta experiencia del camino de Santiago también nos motiva mucho a salir de nosotros mismos, de nuestra tierra, y encontrarnos con otras personas que no conocemos. Se nos invita también a buscar a Dios en la naturaleza, en las cosas que nos suceden y también a trabajar el tiempo y el espacio y saber descansar y divertirse. Muchos de nosotros tenemos unas jornadas donde empezamos cansados y terminamos exhaustos, y aquí también hay espacios bastante amplios para que los jóvenes puedan descansar y disfrutar. Hay tiempos también de oración intensa y momentos de convivencia en un ambiente sano, donde se puede hablar de Dios e intercambiar ideales donde, incluso también, si se tercia, saber discutir, pero con la confianza de saber que somos una familia.