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De la Misión Maya a la JMJ| Lucía: “La verdadera misión está en mi día a día, y la JMJ puede ser un impulso para vivir una fe activa y comprometida”

Misión Maya Lucía Ortega

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Lucía Ortega acaba de venir de misiones en México y ya está en la Jornada Mundial de la Juventud. Para ella, “las misiones han sido un gran golpe de realidad: los quince días más difíciles de mi vida y los más felices”. También nos cuenta que “la JMJ no debe ser un principio y un final, sino un punto de partida para continuar sirviendo y compartiendo la fe en nuestra vida cotidiana, hasta en las situaciones donde no todo el mundo comparta nuestras creencias o nos sintamos juzgados”.
  • Las misiones han sido un gran golpe de realidad. Probablemente, los quince días más difíciles de mi vida, pero donde más amor he dado y he recibido y, por ello, los más felices de todos.
  • El desafío más grande ha sido superar el calor y agotamiento que provoca. Estar tan cansada y sofocada todo el rato hace ver las situaciones peor de lo que son, hace ser más pesimista y ver la vida cuesta arriba.
  • Son estas situaciones las que requieren una mayor confianza en Dios. Algo que me llevo de estas misiones es la presencia de Dios en cada momento de la misión.
  • La presencia del Papa en la JMJ unifica a todos los jóvenes bajo un mismo propósito, que es celebrar la fe y compartir el amor por Dios.
  • ¡Qué poca es una vida para darla!

Misión Maya es un propuesta de Juventud Misionera, un apostolado del Regnum Christi que apoya y fortalece con diferentes programas la tarea de evangelización y desarrollo en esta zona indígena de México. Lucía, de 20 años y estudiante de Business analytics y ADE en la Universidad Francisco de Vitoria, ha colaborado con este programa durante 15 días. Para ella, el mayor reto ha sido vivir un espíritu positivo a pesar del calor sofocante en el que misionaban. Con todo, nos cuenta, “he notado cómo Dios actuaba a través de mí, cómo sacaba mis fuerzas cuando no me quedaban, cómo he sido su instrumento de amor”.

 

Han sido un gran golpe de realidad. Probablemente, los quince días más difíciles de mi vida, pero donde más amor he dado y he recibido y, por ello, los más felices de todos.

 

¿Cómo ha influido tu experiencia misionera en México en tu experiencia de la vida y la fe?

Las misiones en México este año 2023 han sido un gran golpe de realidad. Han sido, probablemente, los quince días más difíciles de mi vida, pero donde más amor he dado y he recibido y, por ello, los más felices de todos. A pesar de la austeridad en la que hemos vivido, una vez más, el amor de Dios ha vencido. Ha sido una experiencia transformadora y enriquecedora en muchos aspectos, que estoy segura de que me van a acompañar mucho tiempo.

En estos días he podido ver a Dios en cada paso, en cada sonrisa, conversación, en cada gota de sudor… en absolutamente todo.

Algo que me llevo de estas misiones es la presencia de Dios en cada momento de la misión. Son estas situaciones las que requieren una mayor confianza en Dios. En estos días he podido ver a Dios en cada paso, en cada sonrisa, conversación, en cada gota de sudor, en cada mirada de admiración de las personas del pueblo, en fin… en absolutamente todo. He notado cómo Dios actuaba a través de mí, cómo sacaba mis fuerzas cuando no me quedaban, cómo he sido su instrumento de amor. Al ser mis primeras misiones fuera de España, iba con la confianza puesta al cien por cien en Él, y por supuesto, no me ha dejado sola.

 

Lucía con niños de las poblaciones maya en las que estuvieron
Lucía con niños de las poblaciones maya en las que estuvieron.

 

¿Cuál fue el desafío más grande al que te enfrentaste y cómo lo superaste?

Para mí, el desafío más grande ha sido superar el calor y agotamiento que provoca. Estar tan cansada y sofocada todo el rato hace ver las situaciones peor de lo que son, hace ser más pesimista y ver la vida cuesta arriba. Desde el principio, nosotras tuvimos muy claro el ambiente que queríamos crear en esos días de convivencia y ha sido una maravilla como cada una ha sabido manejar la situación. ¡El ambiente entre nosotras ha sido espectacular! Lleno de risas, ayuda y conversaciones de calidad. Así que, aunque suene simple, yo esto lo he superado con alegría, pensando que las quejas restan y estar sonriendo y contenta es lo único que suma, tanto a mí misma, como al resto. Como dijo Santa Teresa de Calcuta, “no dejes que nadie se aleje de ti sin ser un poco más feliz”.

El desafío más grande ha sido superar el calor y agotamiento que provoca. Estar tan cansada y sofocada todo el rato hace ver las situaciones peor de lo que son, hace ser más pesimista y ver la vida cuesta arriba.

Nuestra misión en el pueblo era hablar con la gente, escuchar sus historias y dar ejemplo de vida y de fe. Dar a los niños amor y enseñarles cómo estamos llamados a vivir. Estar con actitud negativa iba en contra de nuestra misión, así que, ya que estábamos ahí, había que darlo todo, esforzarte y acoger el calor como parte de la misión. Ser positivo es la clave de todo, tomarte las situaciones realmente duras con humor y con risas ha sido lo que nos ha salvado a todas.

Las enseñanzas del Papa abordan temas relevantes para la juventud y esto a cómo podemos contribuir a la sociedad.

Después de tu experiencia misionera, ¿qué expectativas y esperanzas tienes para la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa?

Después de llegar de México he sido muy consciente de que la verdadera misión está en mi burbuja, en mi día a día y en la vuelta a mi rutina. Yo creo que la JMJ va a ser una oportunidad para conocer a gente con esta misma misión en la vida. No voy con expectativas de ayudar como en México, sino simplemente compartir momentos, conocer a gente y disfrutar del planazo que va a ser el reencuentro de millones de jóvenes, todos ellos movidos por la fuerza de Su amor. La verdad es que voy a la aventura, sin saber muy bien qué haremos y qué viviremos, pero muy segura de que siendo Él el centro de todo, nada puede salir mal.

 

Lucía y el resto de jóvenes tenían la misión de llevar la alegría de Cristo a todos.
Lucía y el resto de jóvenes tenían la misión de llevar la alegría de Cristo a todos.

 

¿Las enseñanzas y la guía del Papa, cómo crees que pueden impactar en los jóvenes asistentes a la Jornada Mundial de la Juventud?

Yo creo que sí es una inspiración y, sobre todo, una buena herramienta para fortalecer su fe. Al final la presencia del Papa en la JMJ unifica a todos los jóvenes bajo un mismo propósito, que es celebrar la fe y compartir el amor por Dios. Esta experiencia de comunidad y unidad puede fortalecer el sentido de pertenencia y conexión entre los jóvenes. Las enseñanzas del Papa suelen abordar temas relevantes para la juventud actual y esto nos puede llevar a reflexionar sobre su papel en el mundo y a discernir cómo podemos contribuir positivamente a la sociedad. La presencia del Papa y mensajes pueden tener un efecto duradero en la vida de los jóvenes y en nuestro camino de fe.

 

¿Qué mensaje o experiencia te gustaría compartir con otros jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud a partir de tus vivencias como misionera?

Mi mensaje sería animar a la gente a vivir una fe activa y, sobre todo, comprometida. Una relación con Dios honesta y enfocada en el servicio y la solidaridad, con una mirada abierta y compasiva hacia el mundo. Al unir nuestras fuerzas y compartir nuestro amor por Dios, podemos hacer una diferencia significativa en la vida de los demás y en nuestro propio crecimiento espiritual. La JMJ no debe tener un principio y un final, sino ser un impulso para continuar sirviendo y compartiendo la fe en nuestra vida cotidiana, hasta en las situaciones donde no todo el mundo comparta nuestras creencias o nos sintamos juzgados. Invitaría a los jóvenes a vivir la fe en comunidad y buscar oportunidades para ser misioneros en su entorno. ¡Qué poca es una vida para darla!

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