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Teresa y Lete: “La JMJ ha reafirmado en nosotros que la santidad en el noviazgo es querernos como Dios nos quiere”

Lete y Tere, novios del regnum christi de sevilla

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Lete y Teresa son dos jóvenes del Regnum Christi de Sevilla. Llevan un año de novios y la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa ha sido un momento clave en la confirmación de su relación entre ellos y con Dios: “Somos conscientes de que solos no llegamos a ningún sitio y que, solo es posible alcanzar la cima, si recorremos el camino en equipo”.

Estos dos jóvenes del Regnum Christi de Sevilla se conocieron colaborando con las Misioneras de la Caridad, en Calcuta y, pasado un tiempo, dicen haber experimentado que “caminar con una meta fija implica un esfuerzo diario, un crecer juntos y no por separado, entrenarse todos los días y motivarnos para conseguirlo”. Al volver de Lisboa nos han compartido su experiencia de noviazgo.

 

Lete y Tere, durante la JMJ de Lisboa
Lete y Teresa, durante la JMJ de Lisboa.

 

Teresa y Lete._ Como el Papa dijo en la homilía de envío, “¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?”

 

Después de un año de noviazgo en el que Dios nos ha llenado de gracias, llegábamos a Lisboa con mucha ilusión de vivir juntos este encuentro y con el corazón abierto a escuchar a Jesús. La JMJ han sido días intensos de rezar, cantar, bailar, reír, disfrutar, de dormir poco y de calor… y al volver a casa con el corazón lleno, nos preguntábamos qué es lo que nos llevábamos a nuestra vida.

 

La respuesta a esta pregunta es lo que hemos tenido en el corazón desde el principio y el Papa nos la ha recordado esta jornada: la lucha por la santidad en el día a día como medio para llegar al Cielo. Esta experiencia la concretamos en buscar querernos como Dios nos quiere a cada uno en todo lo que somos. Sabemos que es un camino que no conocemos, ni sabemos cómo recorrerlo, por eso aprendemos, aprendemos del otro, llevándonos de la mano.

 

Lete y Tere, durante la JMJ de Lisboa

 

El éxito y el esfuerzo: avanzar juntos

“Detrás de un éxito, ¿qué hay? Mucho entrenamiento”, resaltaba el Papa Francisco en las palabras del domingo.

 

Cuando alguien triunfa en la vida pensamos que el éxito ha llegado solo y no somos conscientes de todo el esfuerzo que hay detrás para llegar a alcanzarlo. Cuando eres tú el que empiezas a recorrer el camino te das cuenta de que el éxito que has visto no ha llegado por sí mismo. Caminar con una meta fija implica un esfuerzo diario, un crecer juntos y no por separado, entrenarse todos los días y motivarnos para conseguirlo.

 

Somos conscientes de que solos no llegamos a ningún sitio y que, solo es posible alcanzar la cima si recorremos el camino en equipo. La vida tiene momentos llanos, momentos de subida, momentos en los que cuesta un poco más mantenerse en pie y momentos en los que nos caemos. La santidad que buscamos pasa en gran medida por conocer al otro de tal manera que podamos reconocer su caída y así poder cogerle de la mano y avanzar juntos porque sabemos que si uno cae el otro está ahí para levantarlo; que lo importante no es no caer sino no permanecer caído.

 

Lete y Tere, reciben la bendición de un sacerdote
Lete y Teresa, reciben la bendición para su noviazgo de un sacerdote.

 

Querer y ser querido: cuando pides ayuda descubres a tu lado un regalo de Dios

Es al referirse a esta caída cuando el Papa nos recuerda la importancia de hacerse vulnerable, de hacerse pequeño y de reconocerse débil. Muchas veces esto no es fácil, nos da miedo abrirnos ante lo que puedan pensar de nosotros, pero es al pedir ayuda cuando experimentas lo que es querer y ser querido. Al pedir ayuda reconocemos que tenemos a nuestro lado un regalo de Dios.

 

Unas palabras de San Marcos que hemos tenido siempre muy presente son: “Y los envío de dos en dos” (Mc 6, 7-13) y después de la JMJ hemos vuelto a sentir esta llamada. Jesús nos invita a seguir cimentando nuestras convicciones, a seguir recordando que no estamos aquí por casualidad y que nos llama a vivir de cara a Él, para así mostrar al mundo la realidad de su Amor.

 

Estos días han reafirmado en nosotros que la santidad en el noviazgo es querernos como Dios nos quiere, es mirarnos como Él nos mira, es levantar al otro cuando se cae y es ir de la mano en un camino que Él no quiere que recorramos solos.

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