Para ser sincera, desde un principio no estaba muy motivada para ir, no lo veía como un planazo el hecho de dedicar un finde a estas reuniones, pues personalmente me llamaban poco la atención. Pero supongo que fue el Espíritu Santo quien me impulsó a ir, y ¡menos mal!
A decir verdad, venía de unos meses bastante duros: universitariamente hablando, venía cansada y quemada de todo, incluido el ECYD. Y con este finde me di cuenta que había puesto mi yo, mis inquietudes y agobios en mí misma sin haber hablado profundamente con Dios.
Descubriendo una misión común
Este encuentro que hemos tenido todos juntos (donde además el sábado pude estar con los formadores RC en Guadalajara) me ha servido para darme cuenta de que Dios me ha regalado otra familia con la cual compartir una misma misión, una misión nada fácil, pero en la cual estoy creciendo poco a poco como persona y en lo espiritual.
Este encuentro me ha servido para descubrir que Dios me ha regalado otra familia con la cual compartir una misma misión
En este ambiente me he dado cuenta de que Dios se vale de nosotros, de nuestras miserias, de nuestro poquísimo tiempo, de nuestras dificultades, nuestros miedos, nuestra poca fe, nuestro pequeño sí, para que nos demos cuenta de que esta misión la lleva Él, y no nosotros. Que nosotros solo somos simples instrumentos de los cuales Dios se vale, para que, en este caso, podamos tocar y formar el corazón de tantísimos niños, responsables y familias.
Abandonarnos en Dios
Y es ahí, donde creo que nos llama a todos. A ese abandono y ese confiar en Él, que tanto escuchamos últimamente, y que tanto nos cuesta llevar a la práctica. Humanamente hablando somos súper limitados, pero ahí está esa gracia, de abandonarlo todo en sus manos y dejar que Él vaya haciendo. Porque para Él nada es imposible.
Me llevo mil cosas de estos dos días compartidos con mi equipo de trabajo, o mejor dicho con sacerdotes, laicos consagrados, consagradas y laicos, a los cuales Dios nos ha puesto una misión en común.
Un corazón lleno de alegría
Me llevo el corazón lleno de alegría y de paz, después de haber compartido estas horas de trabajo, de actividades, de mucha risa y diversión, de pensar mucho en nuestros niños y respons actuales y futuros, de pensar cómo y en qué queremos enfocar el futuro del ECYD. Porque estoy convencida de verdad, que el ECYD está cambiando el mundo. El ECYD es el futuro y no podemos menospreciarlo.
Como miembros del Regnum Christi, estamos llamados a ser Apóstoles, a ser misión donde nos llame Dios
Como miembros del Regnum Christi, estamos llamados a ser Apóstoles, a ser misión donde nos llame Dios. Que no nos cansemos nunca de acudir a Él en buenos y malos momentos, de confiar en Él, día sí y día también. Sobre todo no olvidemos que Dios no busca como prioridad que tengamos éxito en esta vida, sino que quiere que seamos SANTOS, santos en nuestra vida ordinaria, en nuestro trabajo, estudio, apostolado, rutina… En otras palabras: somos mucho más de lo que hacemos.