Han sido unas misiones de entrega total a los niños de La Créche, en Tánger. El único orfanato de la ciudad que acoge a bebés desde su nacimiento, y que cuida y mima a más de 90 niños, algunos de ellos con alguna discapacidad. Estas misiones, junto con una peregrinación con enfermos de la Hospitalidad de Lourdes de Valencia al santuario francés, suponen el broche de oro de las actividades apostólicas del curso en este colegio Regnum Christi.
Tal y como nos cuenta Olga Quiñones, responsable de los apostolados en Cumbres School, “la presidenta del orfanato de Tánger, Khadija Bouebaidi, y todos sus trabajadores forman un equipo maravilloso que han sido un gran ejemplo para estos jóvenes misioneros que no han escatimado en abrazos, besos y arrumacos viendo el rostro de Dios mismo en cada uno de estos pequeños”.
Han sido días de mucho trabajo y gran carga emocional. Los niños pueden ser entregados al orfanato en cualquier momento, de hecho, el último día de misiones, la policía de Tánger llevó a dos recién nacidos.
Colaboración con la Iglesia diocesana
Los 19 alumnos acompañados de cuatro formadores, entre los que se encontraban el P. Wagner Campopiano, L.C., y el P. Sebastián Rodríguez, L.C., se alojaron en el convento de las Carmelitas Descalzas en el mismo Tánger. Allí mismo han tenido la oportunidad de poner en su sitio cada gesto del día. A los pies del Señor, han tenido adoraciones, misa diaria y locutorio con las hermanas.
Estas misiones se han preparado durante todo este curso gracias a continuas conversaciones con el P. Rolando Ruiz, Canciller de la Diócesis de Tánger, que recibió al grupo y les compartió todo el trabajo que la Archidiócesis realiza a través de las diferentes congregaciones religiosas presentes en la ciudad. También la carmelita descalza María Virtudes; y la propia presidenta del orfanato. El Administrador Apostólico, Fray Emilio Rocha, envió al grupo unas palabras de aliento y gratitud a los misioneros.
También contaron con la ayuda de Mario Parra, colaborador de las Misioneras de la Caridad desde hace años en la asistencia a menores sin hogar. Su ayuda ha sido determinante para que estas misiones llegaran a buen puerto. “¡Qué regalo el don de la vida, aun cuando se da en las circunstancias más difíciles!”, concluye Olga.