Diego Sánchez, alumno de Highlands School El Encinar, tercer premio en el certamen nacional de Filosofía organizado por la Universidad de San Dámaso
LomásRC
El fallo se publicó en la misma jornada del día 27, donde todos los participantes y colegios asistentes celebraron un día dedicado a la filosofía, con ponencias, charlas y debates, entre profesores y alumnos. Se presentaron 50 obras, originales e inéditas y de varios países. Diego Sánchez, alumno de 2º curso del Bachillerato de Liderazgo de Highlands School El Encinar, resultó finalista y alcanzó el tercer lugar con su escrito titulado “El papel de la emoción en la cultura islámica”. Este colegio Regnum Christi participó con seis trabajos, elaborados por otros tantos alumnos: María Segura, Gabriela Crespo, Teresa Cavero, Elisa Capote y Lucía Cándano.
Entre otras preguntas, se trataba se responder a las siguientes cuestiones: ¿Qué son las emociones? ¿Cuál es la relación de las emociones con la inteligencia y la voluntad? ¿Qué papel juegan las emociones en la vida moral y en la vida política? ¿Qué papel juegan las emociones en la estructura de la persona humana? ¿Hasta qué punto debo guiarme en la vida por mis emociones? ¿Y el papel de las emociones en la felicidad? Hemos podido hablar con Diego Sánchez y esto nos ha contado acerca de su experiencia.
¿Durante cuánto tiempo has estado preparando el trabajo?
Unos tres meses, avanzaba poco a poco, buscando en fuentes muy diversas. Intenté que éstas fueran originales, es decir, preferiblemente en árabe y, en caso de no ser estudios académicos, que fueran libros de hadices (colecciones de dichos y hechos de Mahoma) de diversas ramas islámicas.
Según dices, has acudido a fuentes originales. ¿Las has traducido tú?
Sí, yo hablo árabe. Las traducciones me llevaron un tiempo, pero al cabo de los días veía cómo el trabajo se iba consolidando: las pautas a seguir, el desarrollo que llevaría a cabo y la estructura general de éste.
Una vez terminado el trabajo, ¿cómo fue la presentación? ¿fuiste con el Colegio a San Dámaso?
Llegó el día de presentarlo. Esa misma mañana decidí imprimir mi trabajo en caso de que ganara, aunque no tenía mucha Fe en ello. Fuimos en autobús hasta la Universidad de San Dámaso y, a pesar de retrasarnos por el atasco, llegamos justo a tiempo para las ponencias de algunos profesores de la institución. Fueron charlas muy interesantes y amenas sobre diversos temas en relación con el concurso: las emociones, su percepción y la posición de múltiples filósofos occidentales que han moldeado nuestra cosmovisión de una forma u otra.
A continuación, tuvimos un descanso para comer algo, momento que aproveché para ojear mi trabajo. Cuando volvimos a la sala de conferencias, después de una introducción, anunciaron los tres trabajos ganadores, el tercero siendo el mío: El papel de las emociones en las sociedades islámicas. Ya que quedé en esta posición, me tocó presentar el primero. Durante 20 minutos expuse ante un público de unas 200 personas el ensayo que había estado preparando tan minuciosamente. Al terminar, presentaron el segundo y primer premio en ese orden. Una vez finalizadas las exposiciones, llegó la hora de las preguntas: el público podía preguntar a los grupos ganadores las dudas que le había surgido, o incluso contraargumentar para crear un espacio de debate.
De entre las preguntas que te formularon, ¿hubo alguna que te pareciera especialmente significativa?
Sí, la verdad, destacó para mí una pregunta que hasta entonces ni siquiera me había planteado: ¿son las emociones en el mundo islámico expresadas principalmente en el aspecto físico? Mi respuesta fue corta e improvisada, pero algo en lo que he estado pensando desde entonces. A su vez, dos chicos muy interesantes se me acercaron a felicitarme por la calidad del trabajo, intercambiando incluso redes sociales con uno de ellos.
¿Cómo resumirías esta experiencia con la Universidad de San Dámaso?
Fue una experiencia que nunca olvidaré, ya que no solo fue la primera vez que exponía ante tanta gente, sino por los conocimientos adquiridos en el proceso, la gente que conocí e incluso, a mi sorpresa, lo mucho que me gustó la universidad.
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