DOMUND | 17 padres de familia de Everest School Monteclaro, de misiones médicas en Uganda
LomásRC
Un total de 17 padres de familia de Everest School Monteclaro y algún voluntario más vinculado con ellos y relacionados con el mundo sanitario, acudieron durante una semana a Kamwenge, en Uganda, para colaborar en unas misiones médicas en el Padre Pío Health Center IV, un sencillo hospital dependiente de una parroquia local.
La responsable es sister Kyara, una religiosa perteneciente a las Evangelizing Sisters of Mary que trabaja junto con otras hermanas de la misma orden, con un área de influencia de 400.000 personas. El equipo que se trasladó hasta allí estaba formado por médicos, enfermeras, farmacéuticos y personal de apoyo. Como explica Sonia Mompó que apoyó en todo el aspecto logístico de la misión: “Tenemos como objetivos prestar ayuda sanitaria en países en desarrollo, cooperar en la formación y el desarrollo de los agentes locales, y servir como instrumento de evangelización en los lugares en los que desarrolla su actividad”.
El verdadero balance de las misiones
El resultado de estas misiones es difícil de cuantificar. Está el balance médico, pero también está el humano, el del acompañamiento, el de la experiencia de encuentro de Cristo en el enfermo… El Dr. Ignacio Romero explica “que África es uno de esos sitios donde mejor podemos desarrollar nuestra vocación de servicio. Porque en muchos casos podemos curar o mejorar las enfermedades, pero siempre podemos acompañar y consolar. Allí yo me sentido realmente feliz con lo que hacía”.
El balance médico es muy claro y cuantificable: 857 pacientes atendidos, más 23 operaciones quirúrgicas y una amputación de un brazo, Entre las especialidades atendidas: otorrinolaringología, traumatología, urología, ginecología, pediatría… Además de apoyar en la informatización de la farmacia del hospital, en la mejora de la gestión básica del centro médico y, por supuesto, el apoyo espiritual dado, pues entre otros médicos se encontraba el P. Javier Cereceda, L.C., traumatólogo, además de director territorial de los Legionarios de Cristo en España y miembro del Colegio Directivo Territorial del Regnum Christi.
Vocación, llamada… llevar el amor de Cristo
Hemos podido hablar sobre esta experiencia misionera con algunos de estos sanitarios. En concreto, la Dra. María Carnero nos explica que “en mi caso, cuando empezó el proyecto y se me planteó la posibilidad de ir, fui consciente de que me había hecho médico porque quería ser misionera, las circunstancias de la vida hicieron que me fuera alejando de esa vocación pero nuevamente ahí se me presentaba y no podía ignorarla”. La enfermera Belén López señala que “no sabría definirlo: obligación no, vocación seguramente tampoco, llamada… pues sí, supongo que al final Dios se sirve de las personas para llamarte. A mí personalmente ‘me engañó’ el P. Javier y no fui capaz de decir que no…”.
Algo parecido le sucedió a María Luisa Sánchez, otra de las responsables de logística. Quizá no sea algo vocacional, pero es verdad que Dios se las ingenió para que fuera: “Yo no tenía previsto ir, pero tengo la seguridad de que Dios se encargó de ponérmelo fácil para que fuera. En mi caso ha sido una llamada”.
La Dra. Isabel Guillén resume el sentir general del grupo al apuntar que “como médico siempre tienes la ilusión de ayudar a los demás, nuestra vocación, y la misión en sí, surgió en una conversación con el P. Javier al salir de un quirófano. El P. Javier Cereceda es médico y comentamos lo bonito que sería hacer un grupo de padres del colegio Everest para ayudar a los más necesitados a través de la medicina y repartiendo el amor de Cristo. No es sólo una vocación médica: nuestro lema llevar el amor de Dios a través de nuestro trabajo”.
Cristo en el enfermo
Después de escuchar estas respuestas surge natural preguntar a estos sanitarios misioneros si ven el rostro de Cristo en estos pacientes tan lejanos de su habitual centro de trabajo. La Dra. Marina Díaz Marsá señala que “los síntomas te llevan a las dolencias, pero su mirada y sus manos te llevan al Cristo que sufre”.
Por su parte Belén López nos concreta que “Cristo se hace visible aunque tú no le estés buscando. Aparece en la mirada de un paciente o en la mano que te busca. Y cuando la coges, te das cuenta de que en realidad eras tú el que le estaba buscando”.
Carencia de medios
Parecen dos mundos diferentes. Para Isabel Guillén la gestión sanitaria es impensable en España: “Nosotros fuimos a un Hospital construido por África Directo y que tiene un médico al cargo del mismo. Este médico tiene muchísimo mérito, pues es un recién acabado la carrera y que antes de hacer la especialidad dedica dos años de su vida a medicina general. Hace de todo y es el único que está. Desde un infarto, a una herida y a una cesárea. Lo hacen todo y son realmente increíbles. También hay un grupo de enfermeros espectaculares”.
En este sentido, la Dra. María Benavides nos cuenta que “las patologías que tratamos allí, en general, las vemos también en España, solo que los medios de diagnóstico de los que disponemos allí son nulos o de difícil acceso. Por ejemplo, en España estamos muy acostumbrados a pedir analíticas completas y pruebas de imagen para muchas patologías (TAc – Resonancia magnética…) y lo tenemos al alcance de la mano. Allí tienen que desplazarse muchos kilómetros, incluso a días de distancia, para hacerse un Tac, por ejemplo, y para operar no pueden hacerse pruebas de coagulación en el hospital al que fuimos, cosa impensable en España”.
¿Qué queda en el corazón del misionero?
Todos relatan que la experiencia ha sido dura y queda un sabor de agradecimiento por lo que uno tiene y lo que ha podido dar: “Agradecimiento profundo a Dios por mi vida y por la posibilidad que se me ha presentado de mejorar algo la vida de los otros a través de mi profesión”, apunta María Carnero. “Te vienes con la alegría de haber podido ayudar a unos pocos, pero también con la tristeza de no haber podido ayudar a otros. Ves las diferencias que existen por el lugar de nacimiento y eso te hace reflexionar mucho sobre la vida”, comparte Isabel Guillén. O como le sucede a Belén López: “A mí me pasó lo que a Schindler en la peli: ‘Con este reloj hubiera salvado a tres más’. Sensación total de cuánto queda por hacer”.
¿Se lo recomendarías a otro sanitario?
No podemos dejar de hacer esta pregunta. Belén López nos responde con total claridad: “No hay ninguna experiencia que dé más pereza, más miedo, ni enriquezca más que lanzarse a ofrecer lo que tienes sin saber si va a servir de algo. Y lo más ‘heavy’ es que al final no les sirve a ellos tanto como a ti… Merece la pena con creces”.
Marina Diaz Marsá lo aclara y detalla: “El mensaje es que te llevas mucho más que lo que das, tú das tiempo y, quizás, conocimientos, y ellos te enseñan dignidad, capacidad de amar, resiliencia y tolerancia a la frustración”.
Volver a Africa
Como explica la memoria final de la actividad, estas misiones médicas “han sido una toma de contacto con el centro hospitalario que han permitido valorar las necesidades reales sobre el terreno y conocer la infraestructura con la que cuentan actualmente y cuáles son las potenciales áreas de mejora relacionadas con la salud, lo que ayudará a una mejor planificación de futuras misiones”.
En cuanto al equipo humano “hemos podido observar que hay un doble sentido entre el grupo de misioneros y las personas con las que hemos estado; por un lado creemos que tenemos capacidad de aportar algo en la mejora de la vida de alguna de las personas que pasan por allí. Y, por otro, nos sentimos muy edificados al compartir con ellos la vivencia de su fe y las misas que hemos celebrado juntos”. En palabras de Tomás Millán, otro de los responsables de logística de las misiones: “Aquí he encontrado un grupo de mujeres y hombres buenos inspirados por Jesús que me arrastran a estar con ellos y disfrutar de servir a los demás”. Toda una experiencia misionera.
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