Ecumenismo en Jerusalén | Bianca, consagrada: el carisma del Regnum Christi nos pide salir “al encuentro de nuestros hermanos cristianos con respeto e interés”
LomásRC
Esta consagrada del Regnum Christi es muy consciente de lo que se está viviendo en Tierra Santa en estas fechas y lo trascendental que son los Santos Lugares para el cristiano: “Me gustaría invitar a que el mayor número de personas tenga como meta de vida cristiana venir a Tierra Santa. Aquí todo es una continua composición de lugar sagrado, que enriquece y completa nuestro modo de vivir la fe”. Algo que ella ha vivido de forma especial durante el Octavario de oración por la unidad de los cristianos el cual relaciona con el carisma del Regnum Christi cuando se nos invita a salir al encuentro de las personas: “Pienso que ese es el primer paso: estar abiertos y salir al encuentro de nuestros hermanos cristianos con respeto e interés. Saber convivir en las diferencias y procurar reaccionar juntos a las necesidades actuales”.
¿Cuál es el origen histórico del Octavario para la Unidad de los Cristianos?
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es una iniciativa propuesta a inicios del siglo XX por el obispo episcopaliano Paul Wattson y luego revitalizada por el abad francés Paul Couturier, que ha sido fundamental para promover el ecumenismo. Con el respaldo de los Papas Pío X y Benedicto XV, esta semana se estableció entre el 18 y el 25 de enero. Tras el nacimiento del Consejo Mundial de Iglesias en 1948, la semana ganó reconocimiento global, reuniendo a iglesias de diversas denominaciones para orar por la unidad cristiana. Un aspecto destacado de este movimiento es la colaboración entre la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, de la Santa Sede, en la elaboración de materiales comunes para las celebraciones, simbolizando un alto punto de comunión entre cristianos de distintas tradiciones.
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¿Y cómo se vive en Jerusalén?
Las Iglesias de Jerusalén se han organizado para acoger a los fieles y religiosos de distintas tradiciones para un tiempo de oración juntos, y de hecho la programación toma en cuenta el período Navideño en las diferentes Iglesias, ya que algunas siguen el calendario juliano, lo que provoca que esta semana en Jerusalén inicie y concluya un poco más tarde del 20 al 28 de enero.
Participé de por lo menos cinco días de oración y la intención principal fue por la paz, recordando con solidaridad el sólido testimonio de los cristianos, especialmente los de Gaza. Las ceremonias tuvieron lugar en los principales lugares de culto cristianos de la Ciudad Vieja. Allí fue recitado el Evangelio del Buen Samaritano, seguido de una breve exhortación u homilía, y la oración del Padre Nuestro, que cada uno rezó en su propio idioma.
Fue precioso ver la acogida de las Iglesias anfitrionas poniendo de relieve su diversidad, sus particularidades históricas y culturales. Es bueno recordar también que aquí en Tierra Santa, de una manera única en el mundo, están presentes casi todas las Iglesias.
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¿Cómo participan las diferentes ramas cristianas?
Cada Iglesia preparó una guía escrita para los que acudimos a participar; la oración estaba bien organizada y compaginaba himnos cantados, súplicas en diferentes idiomas, el comentario del texto de San Lucas 10, 25-37, la oración del Padre Nuestro y la bendición impartida por las diferentes autoridades eclesiales; por fin, compartíamos también la mesa, con un refrigerio sencillo pero delicioso, lo que estimulaba el diálogo y la alegría de la convivencia.
En cada uno de estos lugares lo que más se pudo observar fue la oferta del propio don a Dios y la voluntad de aportar al espíritu de unidad. El calendario, a modo de ejemplo, fue el siguiente:
- 20 de enero, Anástasis (Santo Sepulcro), Iglesia Ortodoxa Griega de “Apodeipnon”.
- 21 de enero, Catedral Anglicana de San Jorge.
- 22 de enero, Catedral Armenia de Santiago Apóstol.
- 23 de enero, Iglesia Luterana del Redentor.
- 24 de enero, Iglesia Parroquial Latina de San Salvador.
- 25 de enero, Cenáculo, sede de la Ultima Cena.
- 26 de enero, Iglesia de San Jorge, Copta ortodoxa.
- 27 de enero, Iglesia Ortodoxa Etíope.
- 28 de enero, Iglesia Greco-Católica de la Anunciación.
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¿Cuál es el papel de Notre Dame de Jerusalén? ¿Qué actividades y ceremonias específicas se llevan a cabo en estos días?
La misión de Notre Dame Center de Jerusalén, de modo general, es la hospitalidad a los peregrinos de diferentes países que llegan a visitar Tierra Santa, especialmente sacerdotes y personas religiosas; el apoyo a las iniciativas que generen el encuentro y diálogo entre religiones, culturas y pueblos; y también el campo de la educación, por medio de actividades formativas de manera particular con la población local.
Considerando las actuales circunstancias de guerra por las que el país está pasando y la disminución drástica de peregrinos y actividades propias, durante el octavario las consagradas del Regnum Christi y padres legionarios quisimos apoyar de dos maneras en especial: por un lado, ayudamos a divulgar y sostener el programa que nos llegó por medio del Patriarcado Latino, anunciándolo en nuestras misas diarias y por escrito en nuestros boletines. Y por otro lado, acudimos personalmente a estas ceremonias, uniéndonos a la comunidad local de Jerusalén.
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¿Qué destacarías de este espíritu ecuménico y su relación con el Regnum Christi?
Mientras caminaba hacia las Iglesias, entre lunes y viernes de la semana pasada, varias veces me vino a la mente y al corazón esa expresión de nuestro Carisma: “Cristo Apóstol que sale al encuentro de las personas…”. Pienso que ese es el primer paso: estar abiertos y salir al encuentro de nuestros hermanos cristianos con respeto e interés. Saber convivir en las diferencias y procurar reaccionar juntos a las necesidades actuales.
¿Nos podrías sugerir un libro, un texto evangélico, una canción… que nos ayude a vivir y entender este espíritu de unidad de los cristianos?
Recomiendo la lectura pausada y meditativa del texto del Evangelio de San Lucas que relata la parábola el Buen Samaritano. Para mí, al menos, fue especialmente iluminador en este momento, pues, haciendo diferentes lecturas, descubrí que algunos Padres de la Iglesia vieron en el hombre que camina de Jerusalén a Jericó la figura de Adán (la humanidad). Él es agredido por ladrones, los poderes terrenales, pero salvo por el Buen Samaritano, figura del mismo Cristo, que cura sus heridas y lo acuesta en una posada, que es la Iglesia, a la espera de su regreso (la parusía). Nosotros cristianos hacemos esa misma experiencia sin distinción, nuestra humanidad ansía por el encuentro más esencial de nuestra vida, el encuentro con Cristo, pues sabemos o intuimos que Su amor es capaz de sanar nuestras más profundas heridas. Pero hay un lugar en dónde eso ocurre y es en la Iglesia, algo así como una gran tienda que ofrece lugar a todos.
También puede ayudar la oración del Padre Nuestro, que me parece la más apropiada para rezar juntos, a fin de cuentas, clamamos al mismo Padre, añoramos al mismo Reino y reverenciamos a una sola voluntad divina.
Por último, sugiero una composición de lugar: el último discurso u oración de Cristo, el jueves Santo, en el Cenáculo. Lo encontramos en el Evangelio de San Juan, capítulo 17. Ahí, Él expresa ese deseo de la comunión y, el hecho de que sean sus últimas palabras hace que adquieran un peso especial para nosotros cristianos.
Confieso que la ceremonia del 25 de enero, justamente ahí, en el Cenáculo, fue el que más me marcó, porque no tenía que usar mucha imaginación, yo estaba en el mismo lugar de Jn 17, presente, pero 20 siglos después. El canto inicial del Veni Creator nos puso en sintonía con el Espíritu Santo y después de su invocación pareciera que ya estábamos con las disposiciones más acertadas para aquel rato de oración.
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