Para conocer más cómo se vive dentro de la familia una vocación sacerdotal hemos hablado con ellos y nos han contado muchas cosas muy interesantes como que la vocación de Rafa fue más una sorpresa para él mismo que para sus padres: “Dios, conociéndonos, quiso prepararnos con mucha antelación” o que a pesar del desgarro inicial, Dios les ha regalado “un vínculo especial con Él y entre nosotros para toda la eternidad”.
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¿Qué pensasteis cuando os dijo que quería ser sacerdote? ¿Cómo fue aquel momento y aquel proceso?
Rafael Pou: Bueno, creo que en cierto modo la vocación fue más una sorpresa para Rafa que para nosotros… Dios, conociéndonos, quiso prepararnos con mucha antelación, aunque evidentemente “no sabíamos ni el día ni la hora”, y cuando nos lo dijo sentimos el desgarro que siente cualquier padre o madre cuando llega el momento de separarse de su hijo, de cerrar una etapa y abrir otra.
El proceso fue rápido, unos pocos meses, durante los que hablamos mucho y procuramos transmitirle apoyo, paz, y confianza en él y en Dios.
Mati Díaz: Dios nos fue dando intuiciones a lo largo de su infancia y juventud. Nos fue sugiriendo esta posibilidad porque sabía que la distancia nos iba a resultar muy difícil a todos. Pero nunca quisimos interferir y mucho menos empujarle 😊.
En cierto modo la vocación fue más una sorpresa para Rafa que para nosotros… Dios, conociéndonos, quiso prepararnos con mucha antelación
¿Qué ha significado para vosotros como matrimonio, en vuestra vocación matrimonial, en la presencia de Cristo en vosotros como matrimonio, este camino de discernimiento de vuestro hijo?
Rafael Pou: Tener un hijo sacerdote es un don de Dios y un privilegio como padres. Y en cierto modo es establecer una relación más íntima con Él: Él nos lo dio, y salvando las debidas distancias, nosotros se lo dimos al Él, no nos lo quitó. A través del sacerdocio de nuestro hijo, Dios nos regala un vínculo especial con Él y entre nosotros para toda la eternidad.
Mati Díaz: Quiero pensar que lo hemos tenido a medias con Dios y que la felicidad y plenitud que ahora tiene Rafa es gracias a que es como lo pensó Él.
Tener un hijo sacerdote es, en cierto modo, establecer una relación más íntima con Dios
Sois una familia numerosa. Rafa se fue de casa joven: ¿Cómo habéis hecho para que sus hermanos lo conozcan, para mantener y cuidar la cercanía y unidad de la familia?
Rafael Pou: Carretera y manta…. Visitarle y hablar con él siempre que era posible y a veces saltándonos las normas, contando con la comprensión de sus superiores… Ignacio y sobre todo Carmen, su ahijada, eran muy niños cuando Rafa marchó al noviciado, y María y Rafa eran inseparables y salían juntos con su grupo de amigos. Para los tres fue una renuncia dolorosa que aceptaron con madurez a pesar de la edad.
La víspera de su marcha, el P. Javier Oseguera nos impuso a los seis la medalla de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, como símbolo de la unión de toda la familia en Dios a pesar de la distancia.
Mati Díaz: Creo que es importante compartir la cotidianidad de la vida de cada uno para mantener el vínculo de amor y cercanía en estos años en que todos los hermanos cambian y crecen tanto.
Quince años después he de decir que seguimos todos muy unidos y compenetrados, disfrutando de los ratos que podemos pasar juntos y ahora con una familia ampliada y bendecida con una nueva generación. Y en casa Rafa sigue siendo el mismo de siempre…
El Regnum Christi supone también el regalo de compartir la vocación con él desde distintos estados de vida
Vosotros pertenecéis al Regnum Christi y, desde pequeño, Rafael ha recibido formación y ha estado vinculado con él. ¿En qué os ha ayudado concretamente el Regnum Christi este camino de acompañar su discernimiento vocacional?
Rafael Pou: Nuestra historia personal y como familia y la historia de nuestra fe no se entenderían sin el Regnum Christi, pero tampoco sin nuestras propias familias más amplias: Los abuelos, los tíos y primos de Rafa…Creo que en este ambiente la vocación fue siempre vivida como algo posible, natural y un don de Dios. La tierra fértil en la que Él sembró.
Mati Díaz: El Regnum Christi supone también el regalo de compartir la vocación con él desde distintos estados de vida. Nos ha ayudado mucho el poder compartir el camino, las luces, bendiciones y las dificultades en su trayectoria como religioso y en la nuestra como seglares. Es una suerte sintonizar todos la misma “frecuencia” de radio, con un solo corazón dentro de la Iglesia, y soñar juntos el Regnum Christi que queremos.
Vuestros hijos van confirmándose en su camino: unos matrimonial, Rafael, el sacerdocio… Vais teniendo nietos y veis como la fecundidad de vuestra vida. ¿Qué sentís?
Rafael Pou: Una gratitud profunda hacia Dios. Cuando nos casamos hace 35 años teníamos un proyecto muy simple, y le pedimos una sola cosa a Dios: formar una familia cristiana, transmitir la fe a nuestros hijos y llegar todos juntos al Cielo.
Mati Díaz: Al ver ahora la familia que Él nos ha dado, sólo podemos decir: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. En esto se ve lo que nos decían cuando Rafa se fue de que: “Dios no se deja ganar en generosidad”; la familia que tenemos es mucho más bonita que la que imaginamos, incluidos los nuevos fichajes #suegradixit.
La familia que tenemos es mucho más bonita que la que imaginamos, incluidos los nuevos fichajes #suegradixit
¿Qué le decís a vuestro hijo de cara a la misión que Dios le pone en su camino?
Mati Díaz: En casa antes de irse al seminario le decíamos: “Hagamos tres cabañas”. Y que fuera la mejor versión de sí mismo, la imagen de lo que Dios soñó en él.
Ahora en vez de decirle, le consulto. Y que veo que la felicidad que Dios le da es mucho más grande que la que nosotros le hubiéramos podido dar.
Rafael Pou: Sinceramente poco, Rafa vuela más alto que yo… sería como la madre del piloto que le aconsejaba “vuela bajo y despacio hijo mío”. En todo caso, Romanos 11, 29…Y que la Fuerza te acompañe…