- “Nos sentimos misioneros y misionados, pero si tuviéramos que elegir una diríamos ‘misionados’, porque vuelves con mucho más de lo que llevas a cada lugar”.
- “Los niños están encantados y se lo pasan fenomenal porque viven la fe en la familia y la Semana Santa con el verdadero sentido que tiene desde pequeños de forma natural”.
- “Las misiones suponen un gran crecimiento por poder vivir y compartir la Semana Santa en comunidad, que para nosotros es muy importante”.
- “Del párroco de El Bierzo sentimos admiración por su vocación y porque acepta con alegría su vocación en el mundo rural, cuando otros sacerdotes jóvenes de su edad quizá tienen una vida pastoral “más cómoda” en parroquias o sitios más tranquilos.
Durante esos días, acompañaron en las celebraciones y la vida parroquial a don Antonio Ferrer, que tiene a su cargo 25 parroquias y 65 pueblos. “Partimos con la idea de que vamos a ayudar a la gente de los pueblos, pero nos ayudan ellos también con su testimonio y vida”, dicen Gema y Luis, “lo que nos lleva a seguir misionando allí donde estemos (trabajo, vecinos, etc…) y mantener en el día a día el ambiente de fraternidad que hemos tenido estos días”.
¿Cómo os acogieron los habitantes de El Bierzo?
La verdad es que en los pueblos en los que estuvimos nos acogieron perfectamente. Al presentarnos, decíamos que íbamos de parte de don Antonio, el párroco, que íbamos allí a echarle una mano con la celebración de la Semana Santa y a vivirla con la gente del pueblo. No solo nos acogieron muy bien, sino que la gente se paraba a charlar con nosotros sin problema. También es cierto que al ir con niños, sobre todo tan pequeños como es nuestro caso, es más fácil. Otra circunstancia importante que también suma es que eran pueblos de paso del Camino de Santiago, por lo que allí tienen muy integrada la acogida a los demás.
¿Cómo percibís como matrimonio esta ayuda que habéis dado a la Iglesia? ¿Y los niños?
Para nosotros supone un gran crecimiento poder vivirlo en comunidad. Partimos con la idea de que vamos a ayudar a la gente de los pueblos, pero nos ayudan ellos también con su testimonio y vida. Los niños están encantados y se lo pasan fenomenal porque van con otros niños, viven la fe en la familia, viven la Semana Santa con el verdadero sentido que tiene desde pequeños de forma natural, y ven al grupo como una familia, nuestra familia misionera.
¿Qué os queda como familia después de las misiones? ¿Os sentís misioneros o misionados?
Este año no entraba en nuestros planes iniciales ir a las misiones, pero la Providencia, o la Diosidencia como dice una amiga religiosa agustina, hizo que fuésemos de misiones a El Bierzo. Nos queda la experiencia de compartir y vivir la Semana Santa en comunidad, que para nosotros es muy importante, porque otros años sentíamos que “cumplíamos el expediente” yendo a los oficios y luego haciendo nuestra vida ordinaria. También, ver que no estamos solos en nuestro entorno. Todo esto te anima a ser misionero en el día a día con otra gente. Nos sentimos misioneros y misionados, pero si tuviéramos que elegir una diríamos “misionados”, ya que te vuelves con mucho más de lo que llevas a cada lugar.
Es una forma de dar testimonio y experiencias a nuestros hijos y de enseñarles lo bonito de vivir la fe en familia y comunidad.
Después de ver el trabajo ingente de don Antonio Ferrer, ¿qué sensación os queda?
Admiración por su vocación en esa situación. Despierta mucha simpatía y cariño en sus feligreses. Es importante señalar también su capacidad para llegar a todos lados. Hicimos una escapada a Villafranca a saludar a las Agustinas y nos lo encontramos allí porque iba al convento de las Clarisas. Se le notaba muchísima preparación espiritual, con homilías que parecían su primera misa por cómo estaba viviéndolo. Se ve que acepta con alegría su vocación en el mundo rural, cuando otros sacerdotes jóvenes de su edad quizá tienen una vida pastoral “más cómoda” en parroquias o sitios más tranquilos.
Partimos con la idea de que vamos a ayudar a la gente de los pueblos, pero nos ayudan ellos también con su testimonio y vida
Si repetís el año que viene, ¿por qué lo haríais? ¿Qué crees que va a cambiar en tu vida?
Creemos que es la mejor forma de vivir Semana Santa porque salimos enriquecidos y renovados. Es una forma de dar testimonio y experiencias a nuestros hijos y de enseñarles lo bonito de vivir la fe en familia y comunidad. En la Pascua de Resurrección, la gente de los pueblos de El Bierzo, nos mostró su agradecimiento por haber vivido estos días con ellos, lo que nos lleva a intentar seguir misionando allí donde estemos: trabajo, vecinos, etc. y mantener en el día a día el ambiente de fraternidad que hemos tenido estos días en el Bierzo.
Del párroco de El Bierzo sentimos admiración por su vocación y porque acepta con alegría su vocación en el mundo rural, cuando otros sacerdotes jóvenes de su edad quizá tienen una vida pastoral “más cómoda” en parroquias o sitios más tranquilos.