Galardón Alter Christus Atención al Clero | Angel García: “Si volviera a nacer, a pesar de mis debilidades, volvería a ser sacerdote para servir y amar”
LomásRC
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- “Siento una gratitud inmensa por el sacerdote que me preparó y llevó al Seminario”
- “Mi tarea como vicario de clero la veo como un servicio de hermano a hermanos”
Don Angel nació en Abades hace 76 años y lleva 52 años de sacerdocio “por la misericordia del Señor”, como él mismo nos cuenta. Es una larga trayectoria sacerdotal y su misión como Vicario del Clero la califica como “un servicio de hermano a hermanos”. Y entre las necesidades más apremiantes que tiene el clero, a su juicio, es “el problema de la soledad que es muy fuerte”, a la que se suma “el cansancio físico y espiritual…”, por lo que “vivir la comunión fraterna y crecer en fraternidad es una asignatura pendiente”.
¿Cómo descubrió su vocación sacerdotal?
Un misterio muy sencillo. Comencé a los siete años siendo monaguillo de la parroquia, apenas había hecho la Primera Comunión en mayo. El sacerdote de mi pueblo mostró un cierto interés por mí. Él me decía que debía ir al Seminario un día. En mi casa aprendí unas virtudes y unos valores evangélicos maravillosos. Me había quedado sin madre a los tres años, pero mi padre hizo de padre y madre juntamente con una hermana que me llevaba 8 años. Ellos fueron la primera escuela donde se rezaba, me enseñaron a respetar, amar y perdonar. Junto con un montón de personas que me apoyaban, rezaban y ayudaban.
Siento una gratitud inmensa por el sacerdote que me preparó y llevó al Seminario. Yo procedía de un hogar sencillo, humilde. Mi padre no podía sufragar los gastos del Seminario, y el sacerdote buscó una señora de Madrid, bienhechora, que me pagó los cinco primeros años. Luego obtuve una beca del PIO… pero sobre todo fue un camino de apoyo, oración y estímulo. Desde aquí mi oración agradecida.
Recuerdo las palabras que mi padre al dejarme en el Seminario el 2 de octubre de 1957: “Hijo, sé obediente y humilde…”. Así una cadena de gestos de amor misericordioso de Dios hasta recibir la ordenación sacerdotal el 19 de septiembre de 1970, de manos de monseñor Antonio Palenzuela.
¿En qué consiste su tarea como vicario del Clero? ¿Es usted un sacerdote entre sacerdotes?
Lo veo como un servicio de hermano a hermanos. Siempre he pretendido ser muy respetuoso. Me intereso por su salud humana y espiritual desde la máxima discreción. En este aspecto, los arciprestes me indican si algún hermano está pasando un mal momento físico o espiritual, preparar las actividades del curso pastoral: charlas -conferencias- de temas pastorales, teológicos, espirituales, humanos… retiros, ejercicios, días de convivencia para todo el clero, les llamo por teléfono, el día de su santo… A algunos los visito, si están enfermos los acompaño si están internados… Siempre mi persona y el teléfono, por supuesto, a su disposición, sin ninguna imposición.
Recuerdo las palabras que mi padre al dejarme en el Seminario el 2 de octubre de 1957: “Hijo, sé obediente y humilde…”.
¿Qué necesidades tienen los sacerdotes en general?
El problema de la soledad es muy fuerte. A veces el cansancio físico y espiritual… la Iglesia no es nuestra, es de Dios y hay que dejar actuar más al Espíritu Santo… Vivir la comunión fraterna y crecer en fraternidad es una asignatura pendiente…
¿Y en una diócesis como la de Segovia?
Aquí tenemos un buen número de sacerdotes que han venido a ayudarnos, tanto latinos como africanos. La mayoría de ellos vienen a estudiar y a colaborar pastoralmente. La integración con los diocesanos, la inculturación por parte de ambos son problemas que están ahí. Se van dando pasos, pero hay asignaturas pendientes.
Los laicos y las familias deben ser los primeros en suscitar y promover una pastoral vocacional:
Es un hecho que no hay vocaciones como en otros tiempos. ¿Cómo pueden colaborar los laicos y las familias en la promoción vocacional?
Los laicos y las familias deben ser los primeros en suscitar y promover una pastoral vocacional: orando, viviendo en fidelidad su propia vocación y colaborar tanto a nivel diocesano, como parroquial o de movimientos laicales.
¿Puede darme unas características que hagan apasionantes del sacerdocio?
Yo te señalaría las siguientes. En primer lugar que sea un hombre de oración. Además, debe ser cercano a los pobres, los ancianos y los enfermos. Se debe caracterizar por una austeridad de vida, ser trasmisor de esperanza y alegría, y siempre en comunión con el obispo y los hermanos del presbiterio.
Si volviera a nacer ¿sería sacerdote de nuevo? ¿Por qué?
Sí, a pesar de mis debilidades y miserias, volvería a ser sacerdote para servir y amar.
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