- Espero de este año diaconal ahondar en el agradecimiento con Dios, en el aprendizaje y en la confianza, pues sé que es Dios quien me envía.
- Cuando se supo la doble vida del P. Maciel, mis padres vinieron a visitarme al seminario y ellos me lanzaron la siguiente pregunta: ¿Entraste al seminario para seguir a Jesús o al P. Maciel?
- Durante unas misiones de evangelización en Brasil vi la necesidad tan grande que hay de sacerdotes, pues sin sacerdotes no hay Eucaristía.
El H. Pablo tiene 31 años e ingresó en los legionarios de Cristo con 17 años, tras acabar el bachillerato en el colegio Real Monasterio de Santa Isabel. En esta entrevista que le hemos hecho al H. Pablo a un mes de su ordenación diaconal nos cuenta que “mi deseo es ser puente entre Dios y los hombres. Me proyecto trabajando y santificándome en una sección del Regnum Christi. En definitiva, hacer Iglesia”.
¿Qué le animó a entrar en la congregación y no seguir otro camino sacerdotal?
Lo que me animó a entrar en la Congregación fue el hecho de que cuando descubrí la llamada que Dios me hizo de consagrarme a Él ya conocía a los Legionarios de Cristo -pues fui alumno del colegio Real Monasterio de Santa Isabel, del ECYD y del Regnum Christi– y la faceta misionera y el modo de ser sacerdote que vi en los Legionarios, fue lo que más me atrajo a entrar en la Congregación.
¿En qué medida su familia le ayudó a Usted en su discernimiento vocacional?
El apoyo que mi familia me dio -y sigue dando-, tras mi decisión de entrar al seminario, me ha ayudado a continuar adelante.
¿El diaconado tiene un valor en sí mismo, o es simplemente un paso más hacia el sacerdocio?
No, el diaconado tiene valor en sí mismo, pues como nos indica el Catecismo de la Iglesia Católica, en el número 1570: “Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo. El sacramento del Orden los marcó con un sello (‘carácter’) que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo ‘diácono’, es decir, el servidor de todos”.
Ahora bien, mi diaconado no es permanente, sino en vistas al sacerdocio que con la gracia de Dios recibiré el 29 de abril del 2023.
El 29 de abril de 2023… ¿qué espera de este casi un año que tiene por delante?
Lo que espero lo resumiría en tres palabras: agradecimiento, aprendizaje y confianza. Agradecimiento con Dios, ya que me ha demostrado innumerables veces que Él no se deja ganar en generosidad.
Aprendizaje, pues nadie nace maestro y aunque ya llevo muchos años en el seminario, el diaconado tiene unos retos diversos a los del seminarista.
Confianza, pues sé que es Dios quien me envía y además porque sé que cuento con el apoyo del pueblo de Dios, con el que estamos peregrinando hacia la vida eterna, la vida verdadera.
A lo largo de estos años seguramente habrá vivido momentos difíciles y otros mejores. ¿Puede contarnos algo de este proceso hasta hoy?
Un ejemplo de un momento difícil fue cuando yo llevaba apenas dos años en el seminario y explotó en los medios de comunicación y en la Congregación la doble vida del P. Marcial Maciel, LC. Fue un momento difícil porque en el seminario se creó un el clima de incertidumbre tal que hasta pensé en salir de la Legión. El que mis padres viniesen a visitarme al seminario fue crucial, pues ellos me lanzaron la siguiente pregunta: ¿Entraste al seminario para seguir a Jesús o al P. Maciel? El redescubrir la llamada a seguirle a Él, me ayudó a superar ese momento de crisis. Hasta el día de hoy les estoy muy agradecido a mis padres.
Un ejemplo de un buen momento fue cuando durante unas misiones de evangelización durante mis prácticas apostólicas en Brasil, en las que estaba visitando junto a un grupo de jóvenes misioneros, un poblado en el que desde hacía varios meses no llegaba ningún sacerdote. La gente del lugar, por el mero hecho de yo ir vestido con el distintivo clerical se emocionaban y me pedían si les podía bendecir. Eso me hizo darme cuenta una vez más, de la necesidad tan grande que hay de sacerdotes, pues sin sacerdotes no hay Eucaristía.
Si no fuera sacerdote… ¿qué habría hecho?
Hubiese continuado en la sección de jóvenes del Regnum Christi de Barcelona. Me hubiera terminado casando y hubiese estudiado biología o habría entrado en el ejército, pues la naturaleza y la milicia siempre me han gustado.
¿Cómo se visualiza como sacerdote?
Mi deseo es ser puente entre Dios y los hombres. Me proyecto trabajando y santificándome en una sección del Regnum Christi. En definitiva, hacer Iglesia, trabajar en equipo con otros sacerdotes, consagradas, consagrados y laicos.
¿Cómo se siente en estos días en vísperas de su ordenación diaconal?
Confieso que estoy un poco nervioso, pues a pesar de llevar ya catorce años en el seminario el saber que en un mes voy a ser ordenado diácono me hace recordar lo indigno que soy de recibir tan grande gracia, pero me da mucha paz el saber que Dios nunca me va a abandonar, pues Él es fiel a su Alianza.
¿Reza de alguna forma especial?
He empezado a rezar durante el día la liturgia de las horas, para ya irme acostumbrando a cumplir con uno de los deberes de todo diácono y sacerdote. Me ha ayudado mucho el saber que cuando rezo el breviario estoy participando de la oración universal de la Iglesia y eso me ayuda a recordar que no estoy solo, que hago parte de un Cuerpo Místico en el que Cristo es la Cabeza.
¿Ya tiene destino como diácono?
Sí, me han destinado como director del ECYD y auxiliar de la sección de jóvenes de la localidad de Brasilia, capital de Brasil. Estoy muy emocionado y con ganas de empezar la misión encomendada.