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Joselyn Castellanos entra al Monasterio de La Encarnación en Ávila: “Han sido muchos ‘no’ en mi vida al Señor para llegar a este gran ‘sí’”

Joselyn, abrazando a una amiga consagrada participante en la Convención territorial del Regnum Christi, en Avila

LomásRC

“Él ha querido formar mi corazón y formar las bases: esos fundamentos en mi vocación empezaron en el Regnum Christi y ahora me llevan a esta gran casa de Carmelitas”, nos cuenta Joselyn, quién ha entrado en el Monasterio de La Encarnación, en Ávila. Durante muchos años ha sido una de las responsables de Juventud Misionera en España, y también estuvo discerniendo en México la vocación a la vida consagrada en el Regnum Christi.

Antes de entrar, hemos podido hablar con ella, y nos ha contado que “todo comenzó en esas misiones que organiza el Regnum Christi. Haber visto la cruz, y pensé: si Él murió por mí, ¿qué voy a hacer yo por Él? y ahí empezó nuestra relación de amistad y de amor”. Joselyn ingresó en la vida carmelitana el 13 de octubre de 2023.

 

Joselyn, en oración en la misa de inauguración de la convención territorial del Regnum Christi
Joselyn, rezando tras la misa de inauguración de la convención territorial del Regnum Christi, en Avila.

 

¿Cómo te sientes estos días en vísperas de entrar al convento? ¿Cristo sigue sorprendiéndote?

Cada día, cada segundo y cada minuto de mi vida. Mirar hacia atrás y ver lo que ha hecho en mi vida no deja de sorprenderme… y sé que así será toda la vida. Eso es de las cosas que más me conmueve de Él, porque te demuestra tanto amor y tanto cariño… y te sigue diciendo que te va a sorprender, que simplemente dé el paso y me deje sorprender.

 

¿Cómo conociste a Jesús? ¿Y al Regnum Christi?

Lo conocí porque las consagradas del Regnum Christi iban a Carora, de donde soy en Venezuela, y nos invitaron a irnos de misiones cuando tenía 15 años. Allí nos hablaron del ECYD y de muchos otros apostolados que venían de una familia llamada Regnum Christi. Y ahí fue cuando conocí a Jesús, aunque siempre he tenido una cercanía muy grande a Dios, especialmente a la Sagrada Familia. En esas misiones recuerdo haber visto la cruz, y pensé: si Él murió por mí, ¿qué voy a hacer yo por Él? y ahí empezó nuestra relación de amistad y de amor.

“Si Él murió por mí, ¿qué voy a hacer yo por Él?”

¿Cómo te dijo el Señor que te quería como hermana de clausura? ¿Recuerdas ese ‘sí’?

No es algo que te dice, sino que te hace anhelar. Cuando empecé este camino de vida contemplativa, de clausura con las carmelitas, recuerdo que, al ver las rejas, un día en oración, entendí que esas rejas son el abrazo de Dios que me llevan a su corazón y que me quería sólo para Él.

 

Saludando a los amigos asistentes a la convención territorial del Regnum Christi, en vísperas de ingresar en el Carmelo de La Encarnación.
Saludando a los amigos asistentes a la convención territorial del Regnum Christi, en Avila, en vísperas de ingresar en el Carmelo de La Encarnación.

 

¿Qué te atrae de esta nueva vida, qué tiene que ver contigo?

Hay algo de manera especial que me atrae. Un sacerdote, al hablar de la vida contemplativa de clausura, me decía que cuando uno entra en una casa y se la quiere enseñar a alguien especial que llega, en invierno la casa se mantenía calentita. Eso es porque en el fondo había un salón donde había una caldera a la que nadie conocía que estaba allí, pero esa era importante para que la casa se mantuviese caliente, algo que anhelo ahora de esa vida oculta. Y sé que a vida contemplativa con las carmelitas es esa caldera de la Iglesia a la que nadie ve y nadie escucha, pero está ahí con la oración, ardiendo desde el corazón de Jesús para que muchas personas se conviertan y encuentren ese amor tan grande que Dios les tiene.

 

¿Cómo te ves desde que dijiste ‘sí’ a Dios hasta ahora, que vas a entrar al convento? ¿Qué ha cambiado en tu vida?

Han sido muchos ‘no’ en mi vida al Señor para llegar a este gran ‘sí’. Me he dado cuenta que Él ha querido formar mi corazón y formar las bases y esos fundamentos en mi vocación, que empezó en el Regnum Christi y que ahora me lleva a esta gran casa de Carmelitas. Siento que al entrar quiero convertirme en barro y dejar que me moldee, porque lo que hace cada día es aumentar mi deseo de ser más de Él, de estar más con Él y de ser esa pequeñita que se lanza a sus brazos para hacer su voluntad cada día.

“Siento que al entrar quiero convertirme en barro y dejar que me moldee”

¿Qué le dirías a un chico o una chica que está discerniendo si Dios le llama a la vida consagrada?

No le diría algo, sino que le haría una pregunta: ¿Qué es lo que peor que te puede pasar cuando te lanzas al corazón de Jesús? Te prometo que nada malo te va a pasar. Es la mejor decisión que puedes hacer en tu vida.

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