Una semana orante
La Iglesia sugiere para cada día de la semana un acento o devoción específica que nos recuerda que el tiempo ordinario está habitado ya por la vida sobrenatural. El domingo es la primera feria, día consagrado a la Santísima Trinidad. El lunes está dedicado al Espíritu Santo, para implorar su asistencia al empezar las tareas de la semana.
También se pide ese día por el alivio de las almas del Purgatorio. El martes dedica atención a los ángeles y, especialmente, al Ángel Custodio. Los miércoles ha sido elegido por la devoción para honrar a san José, la buena muerte y a los mártires. Los jueves, es tradición reservar un culto especial a la Eucaristía, tanto en el Corpus Christi, exaltación de Jesús sacramentado, como en la hora santa, acompañando al Señor en Getsemaní. Los viernes recordamos la Pasión de nuestro Señor Jesucristo mediante la penitencia y la abstinencia. Finalmente, los sábados volcamos nuestra mirada y corazón a nuestra Madre Santísima.
Es tradición en el Regnum Christi: reunirse por equipos un día a la semana para tener un Encuentro con Cristo; procurar tener una hora santa o adoración eucarística la noche de los jueves; mantener todos los viernes, excepto los festivos de precepto, un acento penitencial (la Conferencia Episcopal de cada país da indicaciones concretas); y dedicar algún momento especial a la Virgen el primer sábado de cada mes.
Estos ritmos litúrgicos y orantes de cada día de la semana nos permiten trasfigurar las preocupaciones semanales en esperanza del Reino; las alegrías ordinarias, en alegrías del Reino; la vida ordinaria, en vida del Reino.
Encuentro con Cristo
«Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos» (Mt 18, 20). En el Regnum Christi, el Encuentro con Cristo es una actividad semanal donde los equipos o comunidades hacen una lectura orante de la palabra y de la realidad circundante para rezar juntos, obtener luces del Espíritu Santo, ver la vida desde los ojos de Dios y responder a su llamado de amor concretando un actuar apostólico. De tal modo, el equipo, reunido por el Señor, vive una vida de oración comunitaria don- de Cristo les forma y les impulsa para la misión que juntos y en compañía de Dios abrazan para hacer presente su Reino en el corazón de los hombres y de la sociedad.
«El Encuentro con Cristo es el eje de la vida de equipo. En este, los miembros laicos, como comunidad de fe y a la luz de la Palabra de Dios, examinan su vida cristiana, disciernen lo que el Se- ñor espera de ellos para evangelizar la realidad del mundo en que viven, se animan en el propio seguimiento de Cristo y foguean su celo apostólico». (RFARC 15).
Oración inicial
Iniciamos esta actividad con una oración al Espíritu Santo, un Avemaría y un Gloria, seguido de las invocaciones propias del Regnum Christi, que sellan nuestra oración indicando el fin de toda nuestra vida y acciones: dar gloria a Dios y hacer presente su Reino.
Lectura orante del Evangelio
Buscamos encontrarnos con Él en el Evangelio para ponernos en actitud de escucha, de manera que la fe y la caridad guíen nuestras reflexiones, ordenen nuestros valores y orienten nuestro discernimiento.
Se elige un pasaje del Evangelio, que puede ser el del domingo posterior o anterior al día del Encuentro, o bien uno particular de acuerdo con el programa o necesidades del equipo.
Discernimiento apostólico de la realidad
Después de habernos encontrado con Cristo en su Palabra, afrontamos el discernimiento en común de aquello que Él espera de nosotros. Partiendo de la realidad concreta de nuestro entorno, queremos descubrir la mejor forma de actuar nuestra misión evangelizadora dentro de ella. Para ello, elegimos un caso de vida.
Los miembros del equipo presentan a los demás algún hecho, suceso, caso o situación de la vida real que les cuestiona. De entre los hechos presentados, se escoge por votación uno para el discernimiento.
Se recomienda seleccionar un hecho de la vida real que ayude a descubrir el mensaje de Dios para el equipo o comunidad en su situación actual, pues mientras más cercano sea el caso para la vida de los miembros y de la sociedad en que viven, más facilitará el discernimiento apostólico del equipo.
Analizamos el caso de vida en tres momentos interrelacionados: ver, juzgar, actuar.
VER:
Queremos ver la realidad como Dios la ve, y aprender a observar la vida con objetividad y con profundidad, con la razón y con la fe, y a descubrirle a Él presente en ella.
• En relación con este caso, ¿qué está sucediendo alrededor nuestro? ¿Qué vemos? ¿Qué elementos –positivos o negativos– nos llaman más la atención y resuenan con más fuerza en nuestros corazones?
• ¿De qué manera está Dios actuando en el corazón de las personas implicadas y en el entorno?
• ¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son las causas?
• ¿Cuáles son las consecuencias que se derivan del hecho?
• Como nexo al momento de “juzgar”, ¿qué signos de bien y de mal descubrimos en el caso?, ¿estamos nosotros implicados en él?, ¿de qué manera?, ¿cómo nos situamos y reaccionamos ante ello?
JUZGAR:
Habiendo tomado mayor conciencia de la presencia del trigo y de la cizaña en el tema analizado (cf. Mt 13, 24-30), buscamos discernir cómo juzga o interpreta Jesús nuestra presencia, par- ticipación o actitudes ante esta realidad, y comprender qué está esperando Él de nosotros.
• ¿Qué valores y antivalores vemos en el caso de vida?
• ¿Qué pasaje evangélico puede recordarnos este hecho?,
¿qué nos dice acerca del caso?
• A la luz del Evangelio, ¿cómo actuaría Jesús en nuestro lugar? ¿Qué espera él de nosotros?
• ¿Qué exigencias representa ese hecho para nuestro seguimiento de Cristo como discípulos misioneros?
ACTUAR (COMPROMISO APOSTÓLICO):
Pasamos al momento de optar por acciones de conversión y de apostolado en línea con lo que hemos visto que Cristo espera de nosotros. Buscamos responder con nuestra iniciativa evangelizadora a la invitación del Señor recibida a través del juicio evangélico. Asimismo, aspiramos a transformar la realidad desde los criterios evangélicos.
Para ello, los miembros del equipo o comunidad sugieren posibles actuares para realizar sobre ellos mismos y sobre la realidad afectada por el caso de vida. Estos actuares se pueden concretar en un compromiso apostólico.
En respuesta al llamado experimentado en el “juzgar”, ¿cómo podemos colaborar con Dios en su obra de hacer crecer el Reino ante este caso analizado? ¿Cómo podemos apoyar y promover la acción de Dios en los corazones y en la sociedad, según la realidad cambiante de nuestro entorno?
Oración final
El Encuentro con Cristo se concluye con una oración de acción de gracias que pueden hacer espontáneamente uno o varios miembros. La oración se cierra con las dos invocaciones propias del Regnum Christi a Cristo Rey y a la Virgen María.
Hora eucarística
Es tradición de la Iglesia dedicar al menos una hora a la semana, la noche de los jueves, a un encuentro personal o comunitario ante Jesús sacramentado. A veces, el contexto de esta hora santa es la petición de Jesús en Getsemaní: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo» (Mt 26, 38). Otras veces, la adoración eucarística celebra la encarnación del Verbo y su presencia viva hoy, en medio de nosotros, en la Eucaristía.
Los miembros del Regnum Christi buscamos compartir juntos semanalmente un cara a cara con Jesús sacramentado en la hora eucarística. El sacerdote expone al Santísimo para dedicarle al menos una hora de adoración y así intimar con Él en el silencio y la escucha, en diálogo íntimo y prolongado, sin prisas y sin agenda. Es una ocasión singular para conocer mejor a Jesús y amarlo más íntimamente, para desagraviarle por nuestros peca- dos, agradecerle su testimonio, ofrecerle nuestra vida en favor de su Reino y pedirle por las necesidades de la Iglesia, de nuestra familia y por las nuestras.
Debemos llegar a su encuentro con un corazón abierto, dispuesto a adorarlo y recibir de Él gracias infinitas. Algunas actitudes nos ayudan a vivir mejor este encuentro:
1. Reconocer que estamos ante Jesús en cuerpo, sangre, alma y divinidad.
2. Agradecerle las bendiciones que nos ha dado.
3. Pedirle por nuestras intenciones, principalmente por nuestra conversión y la salvación de los hombres.
4. Hacer un acto de reparación por los pecados cometidos, los propios y los de las demás personas.
5. Realizar actos de fe, esperanza y caridad.
En este diálogo personal con Cristo pueden combinarse diversos medios de oración:
• Meditación guiada o personal.
• Lectura espiritual.
• Contemplación silenciosa: «Él me mira y yo lo miro».
• El rezo del rosario u otras oraciones vocales.
• Anotar las luces recibidas.
• Cánticos de adoración y alabanza.