Los “EVO”, Ejercicios Espirituales en la Vida Ordinaria: “Que la oración empape cada momento de la jornada”
LomásRC
Laicos, sacerdotes y consagradas, este ha sido el perfil de los 205 participantes en los Ejercicios Espirituales en la Vida Ordinaria, más conocidos como “los EVO”, que ha predicado durante nueve semanas el P. Jaime Rodríguez, L.C. Estos ejercitantes viven en España, México, Estados Unidos y Francia, y se han encargado de atenderles espiritualmente 34 guías, entre legionarios y consagradas del Regnum Christi. Los EVO comenzaron el 13 de febrero de 2023 y concluyeron el 16 de abril, siguiendo el hilo de la liturgia y recorriendo el camino de la Cuaresma y culminando con la Pascua.
El P. Jaime explica que “los EVO han buscado encontrar respuesta a preguntas como ¿quién soy y cuál es el sentido de mi vida?, ¿cuáles son los frenos que me atan y me impiden caminar con libertad? o ¿cuáles son las heridas que tengo y cómo me afectan?”. Se trata de una serie de preguntas cuya respuesta se descubre en el encuentro con Dios, y por eso estos ejercicios también han sido una escuela de oración.
Orar a lo largo del día y la semana
Estos ejercicios han requerido que cada ejercitante dedicara diariamente media hora de oración y cinco minutos de examen al final de la jornada. Y, semanalmente, una hora para escuchar alguna conferencia o hacer alguna de las lecturas espirituales recomendadas. No obstante, la guinda de estos ejercicios ha sido la oportunidad de tener un coloquio cada siete días con un guía, bien sacerdote o consagrada, para compartir luces, dificultades, dudas… sobre lo contemplado durante la semana.
En cuanto a los materiales, cada sábado el ejercitante ha recibido un subsidio para la oración de la semana, un enlace a una conferencia y otros materiales complementarios.
Vida interior a lo largo de la jornada
Carmen, una de las ejercitantes, nos explica que ella habitualmente va todos los años de ejercicios espirituales tres o cuatro días, en silencio, en una casa de retiros, “pero esta vez ha sido realmente diferente”. “No es que sea mejor ni peor, ha sido darle un giro a la oración, a meter más en la vida diaria a Dios siendo consciente que esa media hora, no era un rato más de oración, sino que respondía a una actitud de vida interior que tenía que llevar a cada momento de la jornada: todo el día estaba empapado de oración”.
Por su parte, Covadonga nos explica que le ha parecido unos ejercicios “muy prácticos”: “En un principio pensaba que sería más complicado por la cantidad de semanas, pero un día a la vez hizo que fuera mucho más fácil”. Y ciertamente así ha sido, porque los subsidios que recibía cada ejercitante señalaban lo que se debía orar cada día, de forma que han estado acompañados en cada jornada.
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