- “Las misiones me han cambiado la vida”.
- “Me sorprendió ver la cantidad de gente que tenía a Cristo presente, en mayor o menor medida”.
- “Algunos besaban la estampa de Jesús que les dábamos, y nos contaban cómo Él les mantenía a flote. Necesitaban, sobre todo, saber que Cristo nunca les abandonaría”.
Tiene 19 años, estudia Derecho y es la primera vez que va de misiones, tras conocer el Regnum Christi a través de un amigo que estudio en Cumbres School Valencia. Elena ha querido compartir su testimonio y ha contado cómo le han ayudado: “Estos días me han servido de entrenamiento para convertirme en una verdadera misionera cuya misión comienza el lunes que viene”, nos confiesa.
“Ser vida y darla”
“Gracias a vivir la Semana Santa como toca, es decir, cerca de Cristo, me he llenado de la alegría de su Resurrección”, ha explicado Elena. Es la primera vez que ha participado en las misiones y sus expectativas se han visto “más que superadas”. “Quería contagiarme de esa alegría que transmitían las personas que habían vivido las misiones con anterioridad”, ha contado.
Con la cruz cargada en un hombro y los post-its en la mano, salieron a misionar. “Me sorprendió ver la cantidad de gente que tenía a Cristo presente, en mayor o menor medida”, ha explicado. Además, algunas personas llegaron incluso a llamarles por la calle. “Una mujer que venía de Suiza con su hija que padecía síndrome de Down nos contó cómo Jesús le había dado fuerzas para sobrellevar todo, incluso la muerte de su marido, y no perdió la sonrisa en todo el rato que estuvimos hablando con ella”, ha contado.
El Sábado Santo estuvo marcado por la iniciativa Cristo de la calle. “El bocata y la bebida que dábamos a los más necesitados les sacaba una sonrisa, pero la estampa de Jesús les iluminaba la cara. Algunos incluso la besaban, y nos contaban cómo Él les mantenía a flote. Necesitaban, sobre todo, saber que Cristo nunca les abandonaría”.
A Elena, los recuerdos de estas misiones le acompañarán “siempre”. “Las risas ‘inconsumibles’ con las chicas de Barcelona, cantar a todo pulmón ¡Viva Cristo Rey! y Alma Misionera, reflexiones con los sacerdotes, actividades con los niños y niñas de Juventud y Familia Misionera, y los momentos de oración postrada ante la cruz no los olvidaré nunca”.
“Las misiones me han cambiado la vida. Me ha tocado el sol, y no solo de forma literal porque he vuelto con la cara quemada, sino en el sentido metafórico de la palabra porque me ha tocado Dios. Estos días me han servido de entrenamiento para convertirme en una verdadera misionera cuya misión comienza el lunes que viene”, ha concluido.