Ordenaciones sacerdotales | P. Michael Canzian, L.C.: “Madre, o me haces comprender lo que tu Hijo quiere de mí, o hago las maletas y me voy”
LomásRC
- Dos semanas antes de mi ordenación recibí un mensaje de mi hermana que me dice textualmente: “Que sepas que en este “sí” que tú darás este día, yo lo estaré dando contigo”.
- Sobre el Regnum Christi: “Comunión es más que un buen trabajo en equipo. Hablar de comunión es hablar de ser imagen de Dios Trino, de ser Iglesia, de ser Cuerpo y no sólo suma de partes”.
- “Michael, ¿no has pensado nunca en ser sacerdote?”. Le contesté al sacerdote que probablemente sería la última cosa que quería hacer con mi vida.
- Blanchette, L.C.: “¿Qué pasará al día siguiente? No sé, pero el Señor tiene planes más grandes de lo que podemos imaginar”
- Valenzuela, L.C.: “Los sacerdotes necesitamos vuestro entusiasmo de laicos, es contagioso y ayuda a descubrir el rostro alegre de Cristo”
- Sigue en vivo la ordenación sacerdotal
- Reportaje en Alfa y Omega: Retos, desafíos… Hablan los futuros sacerdotes
El 29 de abril de 2023 será la siguiente fecha clave en la vida del P. Michael Canzian, L.C. Seguirá siendo el mismo, pero “cuando pronuncie las palabras y extienda las manos sucederá un misterio, un sacramento”. Una vocación a la que Dios le ha llamado y en la que no han faltado luchas desde el primer momento, pero donde el Señor también se ha derramado en gracias: en el instante que le dio su “sí” a Cristo, nos relata, “experimenté una alegría y una paz profunda en mi corazón que me hicieron sentir profundamente libre y feliz: así que di el paso y ¡entré en el noviciado de los Legionarios de Cristo!”. El P. Michael hizo sus prácticas apostólicas y su diaconado en España.
¿Recuerda cuándo le dijo que sí a Dios? ¿Había algún signo que le indicase que debía ser sacerdote?
Empecé este periodo de discernimiento en lucha. Las dos primeras semanas del curso vocacional estuvieron marcadas por mi deseo de convencer a los padres de que me dejaran volver a casa porque no quería quedarme allí. Pero, en el fondo, no era eso lo que yo quería. Y, ahora, aquí vienen dos señales importantes. Un día estuve a punto de convencer al último padre de que pusiera mi corazón en paz y volver así a mi casa; pero en otra ocasión su respuesta me descolocó: “Está bien, no hay problema, pero recuerda esto durante toda tu vida, ¡si no abres tu corazón a Dios nunca podrás entender lo que te pide!”. ¡A partir de ahí decidí comprometerme hasta el final!
Exactamente tres días después fuimos a la Adoración eucarística en un grupo de oración y al final cada uno sacó una tarjeta diciendo que era como un mensaje sobrenatural que Dios te daba. Por curiosidad la cogí y decía: “¡Abre tu corazón a las dimensiones del mundo, que tengo con qué llenarlo!”. No podía ser, lo mismo de lo que había hablado con el sacerdote unos días antes. ¿Coincidencia?
Después de esta primera señal, quise fingir que no había pasado nada y aquí va la segunda señal… El 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María, estaba harto de todo y en oración, desahogándome con María, le dije: “¡Madre, o me haces comprender claramente lo que tu hijo quiere de mí o hago las maletas y me voy a casa! Ella se tomó en serio esta oración.
De hecho, por la tarde, me acerqué a un sacerdote para desahogarme con él y, sin que yo le dijera nada, me dijo: “Michael tú de tres aspectos de la vocación tienes dos, una gran vocación y las cualidades, te falta el tercero, que es la generosidad con Dios”. Me invitó muy a ponerlo en manos de María en el rezo del Rosario. Mientras recitaba distraídamente las Avemarías, me vino en un momento el recuerdo de mi oración de la mañana y dije: “¡Sí, María, has respondido a mi oración!”. En ese mismo instante, cuando di mi “sí”, experimenté una alegría y una paz profunda en mi corazón que me hicieron sentir profundamente libre y feliz. Así que di el paso y ¡entré en el noviciado de los Legionarios de Cristo!
Cuando tenía 14 años, mi madre me preguntó: “¿No quieres venir a un retiro?”. Mi respuesta fue: “¡No!”. No podía perder el tiempo rezando, tenía la final de fútbol.
¿Por qué legionario de Cristo? ¿Cómo conoció al Regnum Christi y a los legionarios de Cristo?
Yo, la verdad, no siempre he sido muy practicante. Cuando tenía 14 años, mis padres acababan de llegar a la fe y un buen día de abril mi madre me preguntó: “¿No quieres venir a un retiro espiritual?”. Mi respuesta inicial fue: “¡No!”. No podía perder el tiempo rezando ya que tenía, justo en ese momento, la final de fútbol. Después de algunas idas y venidas llegamos a un acuerdo: retiro espiritual sí, pero sin perderme los partidos de fútbol.
El Señor ya había dado el primer paso, de hecho en este retiro pude ver que las personas que rezaban no eran los perdedores de la sociedad, sino que también había chicos y chicas buenos (¡y las chicas también eran guapas!). Después de este retiro, me propuse ir a todos los encuentros semanales de este grupo. En uno de esos encuentros conocí a un sacerdote de los Legionarios de Cristo, ¡de forma totalmente providencial! En una misa me impresionó profundamente su homilía, que fue breve, bonita y al mismo tiempo profunda. Al final de la misa le dije a mi madre: “¡Quiero conocer a este sacerdote!”, cosa que hice unos meses más tarde.
Las personas que rezaban no eran los perdedores de la sociedad, sino que también había chicos y chicas buenos (¡y las chicas también eran guapas!).
Allí empezó un camino que me comprometió a ayudar y participar en encuentros y campamentos, cosas que me enriquecían mí también. Y, un buen verano, me llega la pregunta del sacerdote que me acompañaba: “Michael, ¿no has pensado nunca de ser sacerdote?”. Le contesté que probablemente fuese la última cosa que quería hacer con mi vida. Dicho esto, el sacerdote se mostró disponible a acompañarme en un camino de descubrir lo que Dios pudiese querer de mi vida. Acepté.
Fue una homilía breve, bonita y profunda. Al final de la misa le dije a mi madre: “¡Quiero conocer a este sacerdote!”
¿La vocación sacerdotal es una vocación de toda la familia?
Claro que sí! Es totalmente la vocación de toda la familia. Dos semanas antes de mi ordenación recibí un mensaje de mi hermana que me dice textualmente: “Que sepas que en este “sí” que tú darás este día, yo lo estaré dando contigo”. Esto tiene mucha miga, porque es efectivamente así el “sí” no sólo es de uno, sino también la familia tiene que dar un “sí” a tener un lugar vació en la mesa, en casa, etc. A mis padres y hermana les ha costado y cada uno lo ha vivido de manera distinta, pero, aunque les ha costado siempre me han apoyado y manifestado el amor que tenían para mí.
En el momento que dije “sí” a la vocación, la primera persona a la que llamé fue mi madre, que me contestó: “Te siento tan feliz, que no puedo decirte que no”. Mi padre, aunque al inicio le había costado y no lo entendía, siempre me manifestó su apoyo y, después de pasar unos días juntos en el noviciado compartiendo mi misma vida, salió encantado con el camino que había empezado.
¿Qué papel desarrolla la comunidad de legionarios a la hora de madurar la vocación como seminarista? ¿Y el Regnum Christi?
Me gusta pensar la vocación como una cristalera donde el Señor, al inicio, te dona algunos colores y luego, en el camino, los va enriqueciendo con otros matices a través de personas que encuentras en el camino. Esto se vive en tu propia comunidad y en el Regnum Christi, ya que cada uno, desde su estado de vida, enriquece al otro.
En el momento que dije “sí” a la vocación, la primera persona que llamé fue mi madre que me contestó: “Te siento tan feliz, que no puedo decirte que no”.
¿Cómo ha cambiado su relación con Dios desde que entró en el seminario hasta ahora?
Ha cambiado y mucho. Me gusta pensar la vida como un proceso y no como un camino a escalones. Como un proceso porque ha sido así con mi “sí”. Ese “sí” que di antes de entrar es distinto del “sí” que estoy dando ahora, porque ha pasado por un largo camino, de consolaciones, desolaciones, luchas, sufrimientos, gozos, alegrías, etc. En pocas palabras, ha pasado por el triduo pascual.
¿Cómo han sido sus años de seminarista? ¿Recuerda algún momento especial que haya fortalecido su decisión de decir sí a ser sacerdote?
Sí. En un momento, en la etapa de filosofía, cuando mi hermana estaba pasando por un momento duro, me planteé pedir un tiempo largo para ir a mi casa y luego regresar. Para tomar la decisión, pedí hacer un retiro a solas y, hacia el final del retiro, mientras rezaba el Via Crucis, me llegó una consolación evidente en la que descubrí que el Señor me invitaba a acompañarle desde aquí.
¿Hay algún sacerdote que haya sido ejemplo para usted y le haya servido de inspiración?
¡Sí y muchos! Si tengo que hacer una lista va a ser algo interminable. Aprovecho para resaltar una anécdota que tuve en Roma cuando me operaron. Me encontré con un obispo retirado que tenía su habitación en el hospital y se dedicaba a ser capellán en este hospital. Cuando vino a darme la comunión, recibí algo grande: al tener la forma consagrada en sus manos se quedó en silencio antes de dármela. Al final me dice: “¿Sabes lo que he pedido a Jesús en este rato? Que tú puedas seguir haciendo lo que yo cuando ya no pueda hacerlo”. Un encuentro breve, de pocos minutos, pero su mirada y esas palabras lo decían todo: un pastor que dejaba traslucir el rostro de Dios Padre.
Usted hizo sus prácticas apostólicas en Madrid y su diaconado también. ¿Qué le sugiere esto en el plan de Dios?
La verdad que no lo sé. Lo que sí sé es que Dios es Creativo y Padre y que el Espíritu Santo no da puntada sin hilo. Sólo estar dispuesto a acoger y recibir sus dones.
Me gustaría dedicar a la pastoral juvenil y familiar, al acompañamiento y poder servir en experiencias de ejercicios espirituales.
¿Qué consejos nos daría para acompañarles a ustedes, los nuevos sacerdotes, en estos momentos?
Que intercedan en oración por nosotros. Y que pidan que sea un sacerdote que me deje hacer por el Espíritu Santo. Que pueda vivir las cosas en Él.
¿Está nervioso a un mes de ordenarse?
Nervioso es decir poco… estoy como una ardilla. Nervioso por el don tan grande que voy a recibir. Y… esto sí… muy, pero muy emocionado.
¿Reza de forma especial estos días? ¿Qué le dice Cristo?
En estos días me encanta contemplar el momento de la unción de las manos, saber que llegas allí con tu fragilidad y que esta viene ungida desde dentro, donde este aceite lo empapa todo y lo consagra. ¡Es un misterio grande e inexplicable… es un don!
Cierra una etapa de su vida y comienza otra: ¿Qué pasará al día siguiente?
La verdad que seguiré siendo el mismo, pero, esto sí, sacerdote. Ahora ya cuando pronuncias las palabras y extiendes las manos sucede un misterio, un sacramento. ¡Esto es lo grande que pasará! Por lo demás me gusta buscar y luchar por tener la mirada en el presente, que al día siguiente ya se verá lo que el Espíritu Santo, que entreteje nuestro camino de transfiguración en Cristo, hará surgir y donde nos encontrará.
¿En qué campo de apostolado le gustaría trabajar como sacerdote?
En la pastoral juvenil y familiar, dedicado al acompañamiento y poder servir en experiencias de ejercicios espirituales.
Si no fuera sacerdote… ¿qué habría hecho?
Primero de todo casarme y formar una familia. De cara el trabajo me hubiese encantado dedicarme a temas de proyectos eléctricos de casa, industrias y robótica, de hecho antes de entrar estudié peritaje electrotécnico.
¿A qué está llamado el Regnum Christi y, por tanto, los Legionarios de Cristo, a aportar en la Iglesia actualmente?
Lo que creo que el Regnum Christi puede aportar a la Iglesia actualmente es una profunda vivencia de comunión. Una única familia que se vive en comunión. Comunión es más que un buen trabajo en equipo. Hablar de comunión es hablar de ser imagen de Dios Trino, de ser Iglesia, de ser Cuerpo y no sólo suma de partes.
PIM, PAM PUM
Ordenación sacerdotal: Unción
Diaconado: Servicio
España: Enviado
Dirección Espiritual: Escucha
Pobreza: Cristo
Legionario de Cristo: Sacerdote
Consagrada: Madre
Laico consagrado: Luz
Laico: Bautismo
Regnum Christi: Vida nueva
Comunidad: Fraternidad
Cielo: Gozo
Jesús: Vive en mí
Jóvenes: SED
Cambiar el mundo: Evangelizar
Música: Armonía
Sotana: Contemplativo
Amigos: Betania
Un libro: El arte de purificar el corazón, de Spidlik
Una película: Vida oculta (Hidden life)
Una canción: Ven a mí, de Bocelli
Su personaje favorito: Naruto
Su número favorito de los Estatutos del Regnum Christi: 8
Su número favorito de las Constituciones de los Legionarios de Cristo: 11 (Reino de Cristo)
Su santo favorito: San Pio de Pietrelcina
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