P. Javier Cereceda, L.C.: “El encuentro de Familia Regnum Christi ha generado preguntas poderosas y legítimas”
LomásRC
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El P. Cereceda, director territorial de los legionarios de Cristo y miembro del Colegio Directivo Territorial del Regnum Christi en España, al hilo de la lectura del Evangelio del domingo, la parábola del banquete de bodas del Rey (Mt 22, 1-14), se preguntó con qué comparar el Reino de los Cielos. “Y la respuesta ha sido evidente durante estos tres días que hemos estado intentando escuchar cómo ser luz”. Un fin de semana que ha generado preguntas “poderosas y legítimas”.
“Hay una pregunta poderosa y legítima: ¿quién soy yo para encender una luz? ¿Quién soy yo para arrogarme el derecho de encender una luz?”. Y la respuesta es que la luz que hay que encender “es la luz de Jesús”.
Dar la luz de Jesús
Lo que se nos pide, continuó el P. Javier, no es dar los talentos o a uno mismo, “sino dar la luz de Jesús”, y más, como dice la canción, “con la gran necesidad que hay”.
Esta luz es el amor que tiene Dios por cada persona, y el P. Javier siguió preguntando cómo vivimos esta realidad de que ser amados por el Señor. Quizá lo asistentes a la Misa sabían que son criaturas amadas por el amor de Dios, “pero hay mucha gente que no lo sabe, y que pasa por la vida sin saber que Jesucristo les ama”. Tienen que saber que “Cristo ha dado su vida por cada uno de ellos, no por el ‘mogollón’ de personas que vive en el mundo y que vivirá en el mundo”. Y concluyó esta reflexión explicando que “esta es la misión que tenemos como hijos de la Iglesia y como miembros del Regnum Christi, que es nuestro apellido”.
Favorecer el encuentro con Cristo
Ser luz del mundo es “favorecer el encuentro personal con Cristo vivo y resucitado, que es lo único que transforma el corazón de la persona”. Las personas por sí mismas no son capaces de transformar el corazón del hombre: “Yo, Javier, Cereceda, sacerdote de Jesucristo, no tengo la capacidad de transformar la vida de nadie, pero sí tengo la oportunidad, como cristiano y como sacerdote, de poner a las personas en contacto con Jesucristo”.
La clave está en el amor: “Sólo puede amar el que se ha sentido tratado y amado por Dios”, por eso pidió que en esta misa los asistentes se preguntaran cómo Dios les trata y cómo les ama.
Entonces, “¿cuál es la luz que estamos llamados a transmitir?”, se preguntó el P. Cereceda. “Que Jesucristo ama a todo el mundo: tenga la edad que tenga, venga de donde venga, esté sucio o limpio, cerca de la séptima morada de Santa Teresa o el primer pecador, sea su nombre admirable o sea su nombre deleznable…”.
Y concluyó explicando que la particularidad del amor de Dios es que es incondicional: “No hay condiciones para poder recibir el amor de Dios, no hay letra pequeña, no tengo que hacer nada: esta es la luz que el Señor nos invita a llevar”.
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