Testimonio | Ana y Miguel: “Hemos conocido legionarios y consagradas con una experiencia de Jesucristo que te hacen decir ‘yo quiero amarle así”
LomásRC
- Nadie que se encuentra con Cristo permanece indiferente.
- Nuestro “sí” al Regnum Christi ha sido un “sí” rotundo a Él, a lo que Él nos tenga preparado, y nos habla de manera alta y clara.
- Intentamos discernir juntos, como matrimonio, lo que nos inspira el Espíritu Santo, y cuando vamos en la misma dirección nos da toda su gracia y fortaleza para seguir adelante.
Ana y Miguel nos confiesan que se casaron “enamorados del Señor, pero sin confiar plenamente en Él, éramos nosotros quien dirigíamos nuestra vida”. Con el tiempo participaron en Emaús y todo comenzó a cambiar: se acercaron más a toda la familia del Regnum Christi, dejaron su tierra natal (Alcaudete, Jaén) y se vinieron a vivir a Madrid, participaron en Sponsus, se han comprometido en el trabajo pastoral con matrimonios… Nos cuentan que en el encuentro con el Papa Juan Pablo II en Cuatro Vientos, en 2003, ellos sintieron que les decía: “Miguel y Ana, no tengáis miedo y abrid las puertas del corazón a Cristo”. Y nos comentan con que “hay muchos matrimonios y novios que tienen canciones especiales, nosotros tenemos estas palabras del Papa que nos han servido para construir nuestra vida”.
¿Cómo fue ese encuentro con Cristo que suele ser tumbativo?
Miguel: En mi caso todo comenzó en octubre de 2018 cuando hice el camino de Emaús. El Señor muy paciente me tenía preparado algo muy especial para mí. Nadie que se encuentra con Cristo permanece indiferente. Igual que a Mateo, me miró y me dijo: “Sígueme”. Y desde entonces he vuelto la mirada hacia Él, me sentí amado y perdonado y lo más importante, como dice el P. Pardo, L.C.: “¿Te lo crees?”. Sí, me lo creí, creí que Jesucristo está vivo, Él está siempre a nuestro lado, pero nos hace libres y somos nosotros quienes tenemos que abrir un hueco en nuestro corazón para que su fuente inagotable de amor te desborde y así podremos difundirlo, no hay mejor regalo que llevar a Cristo a los demás.
Cristo nos llama en primer lugar a amarnos como Él tiene pensado, y después a nuestros hijos, para que sean apóstoles y que no pierdan de vista el Cielo
¿Cómo conocisteis el Regnum Christi? ¿Qué fue lo que os enamoró de él?
Ana: Conozco al Regnum Christi desde hace 20 años, en la incorporación de mi hermana María José. No sabía muy bien, unas grandes mujeres (grandeza de corazón y humildad de vida) que estaban enamoradas del Señor, pero ahí lo dejé. Después se incorporó mi cuñado Tista, y yo veía que sus vidas iban cambiando, moldeándose, hablando de un Dios Padre y un Cristo en el centro.
A lo largo de estos años hemos conocido a padres legionarios y consagradas con una experiencia de Jesucristo de esas que te hacen decir “yo quiero amarle así”. Nos sorprenden y enamoran por su formación, cercanía y presencia en cualquier realidad de la Iglesia.
El Regnum Christi nos llevó en el 2003 al encuentro de jóvenes con nuestro Papa Juan Pablo II. Él nos gritaba: “Miguel y Ana, no tengáis miedo y abrid las puertas del corazón a Cristo”. Hay muchos matrimonios y novios que tienen canciones especiales, nosotros tenemos estas palabras del Papa que nos han servido para construir nuestra vida.
¿Por qué decidisteis incorporaros a la vez? ¿Fue una decisión matrimonial?
Después de hacer el seminario de Sponsus, nos llegó un formulario, había una pregunta que decía: “¿A que parroquia o movimiento pertenecéis?”.
En agosto de 2021 nos mudamos de Alcaudete (Jaén) a Majadahonda, con muchos miedos, pero totalmente guiados por el Señor. Aunque teníamos la familia de Emaús no teníamos parroquia de referencia, y al leer la pregunta del cuestionario nos miramos y bastó esa mirada para tomar la decisión juntos.
Nuestro “Sí”, al Regnum Christi ha sido un “Sí” rotundo a Él, a lo que Él nos tenga preparado, y nos habla de manera alta y clara.
Cuando nos incorporamos sentimos que Cristo llevaba mucho tiempo esperándonos, con mucho amor y paciencia. Y nos sentimos inmensamente amados, abrazados, pero sobre todo en casa. Como nos decía el P. Jacobo, ahora es otra puerta por donde Jesucristo entra en nuestras vidas, llega a través de una nueva comunidad, de los encuentros con Cristo, los retiros, las formaciones.
Cuando nos incorporamos nos sentimos inmensamente amados, abrazados, pero sobre todo en casa.
¿Qué os dice Cristo en la oración?
Justo cuando confiamos nuestra vida al Señor se convirtió en el punto de inflexión. Él tiene ahora el timón, está en sus manos, nuestra oración va encaminada a ser el músculo que haga posible esa confianza. Sus tiempos no los conocemos, pero no tenemos miedo.
Intentamos discernir juntos, como matrimonio, lo que nos inspira el Espíritu Santo y cuando vamos en la misma dirección nos da toda su Gracia y Fortaleza para seguir adelante. Nuestro cambio de vida aquí en Madrid es una prueba de ello, en dos años ya hemos recibido mucho más de lo que éramos capaces de imaginar.
¿Qué destacaríais del carisma del Regnum Christi enfocado al matrimonio?
Con sinceridad, creemos que esto es algo que, como muchas otras cosas, nos quedan por descubrir y por vivir dentro del Reino. Aunque sin duda sabemos que, como matrimonio, nos enriquece mucho estar con otras familias que nos sirven de referente.
¿Hacéis algún apostolado juntos?
En Alcaudete, después de casarnos nuestro párroco, don Pedro, nos pidió colaborar con los cursillos prematrimoniales de la parroquia. Aprendimos mucho de los novios, de su juventud. A nosotros nos hacía parar y reflexionar sobre nuestra vida. En el último carnaval de Alcaudete, se nos acercó un chaval disfrazado de botellín de Cruzcampo, nos saludó y nos dijo que nos conocía de los cursillos, que recordaba nuestra charla y les ayudaba mucho en su matrimonio. A veces hacemos las cosas y parece que se pierden, pero solo el Señor sabe: Él no da puntada sin hilo.
Ahora colaboramos en el seminario de Sponsus, que nos ha ayudado a profundizar en el sacramento del Matrimonio, a reconocer a Cristo esposo. Nos ha llamado para servir a otros, pero también nos ha regalado el encuentro con otros matrimonios que, como nosotros, tienen a Cristo en el centro de sus vidas.
Nuestro apostolado es el día a día, con nuestros hermanos, los amigos más cercanos, los pacientes, compañeros de trabajo o los clientes que Dios va poniendo en nuestro camino.
Tenemos una Misión fuera, pero sobre todo dentro de nuestra casa. Cristo nos llama en primer lugar a amarnos como Él tiene pensado, y después a nuestros hijos, para que ellos también puedan ser apóstoles allí donde vayan, y que no pierdan de vista el Cielo.
Ahora colaboramos en el seminario de Sponsus, que nos ha ayudado a profundizar en el sacramento del Matrimonio, a reconocer a Cristo esposo.
Cada año nos regalamos unos días juntos de vacaciones, solo nosotros, sin estrés, sin prisas, para oxigenarnos de todo el curso, para salir de la rutina del día a día y, sobre todo, que los niños nos cuenten como están, cuáles son sus preocupaciones y sus proyectos. El año pasado hicimos el camino de Santiago. La experiencia de caminar juntos en familia fue algo extraordinario, poder ofrecer el día al Señor, rezar juntos el Rosario cada etapa y compartir el esfuerzo, la risa y el cansancio. Sabemos que el Señor nos llama al encuentro con otros, y así fue también en el camino: salimos cada día al encuentro de otros peregrinos, del necesitado, del que camina en solitario, de aquel que camina con otros, del que sufre y del que camina lleno de gozo.
Nosotros, por el contrario, sólo somos siervos inútiles, trabajamos duro para poder ser la mejor versión de nosotros, para poder ser lo que Él tiene pensado para nosotros, con confianza en su plan.
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