Testimonio | Borja: “El P. Cléversom me redescubrió a un Jesús amoroso y me volvió a enganchar a un Jesús cercano y amigo”
LomásRC
Borja es madrileño, de familia vasca y gallega muy ligada a la Armada. Formado en los jesuitas, actualmente es socio de una pequeña consultora especializada en apoyar a las empresas en sus procesos de transformación. “Tengo la suerte de que mis socios comparten mi fe y varios son miembros también del Regnum Christi, lo que nos permite plasmar una vocación de centrarnos y crear valor a través de las personas, una diferencia crítica y fundamental respecto a otros modelos de negocio en las que las personas realmente no forman parte de su ADN”, nos explica.
Sobre su camino hacia el Regnum Christi, nos cuenta que “llegó un momento en que cuando me quise dar cuenta, estaba enganchado y enamorado: ya era de facto miembro del Regnum. Mi familia, mi contexto, mi realidad y mi entorno, mis apostolados. Mi “Gran Familia” en definitiva, eran “Regnum”. Incorporarme era una mera formalidad”.
¿Cómo conociste el Regnum Christi? ¿Qué fue lo que te enamoró de él?
Lo conocí a través del Colegio Everest, donde estudian mis hijos. En su momento fue una decisión difícil, porque yo había estudiado en los Jesuitas y no conocía nada de la Legión ni del Regnum Christi. Además, por aquel entonces yo estaba muy alejado de Dios y había perdido completamente la Fe. Mi mujer y mis cuñados habían estudiado en el Colegio y nos acabábamos de mudar a Majadahonda. Tomé la decisión confiando en ella, pero con mucho miedo por lo que había oído hablar de los Legionarios.
Recuerdo la entrevista de admisión todavía, el cariño con el que nos trataron y lo mucho que me gustó el Colegio, pero recuerdo el escepticismo cuando nos comentaban que era un colegio que se apoyaba y hacia participar mucho a las familias. Me reí y pensé, es el colegio para mis hijos, pero para mí, aquí no hay nada, ¡que equivocado estaba! Ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida, y aun así, no la tomé yo. El Colegio ha sido una auténtica bendición y el mayor regalo que nos ha hecho Dios a nuestra familia. Es una lluvia fina, pero que cala hasta el alma. Yo no me daba cuenta, pero a lo largo de estos veinte años me fue enganchando de manera gradual, los viajes de esquí, los Bingos, las Verbenas, el trato con los sacerdotes, las charlas del P. Espinosa, el trato con los sacerdotes, las convivencias y, sobre todo, las Javieradas.
Parece mentira que en solo 48 horas de un Retiro de Emaús el Espíritu Santo sea capaz de obrar milagros en nuestros corazones.
¿Pero no eras creyente todavía?
Efectivamente, yo seguía sin ser realmente cristiano. También en eso, el Regnum tuvo muchísimo que ver… hace cuatro años me inscribí en el primer retiro de Emaús que organizaba la UFV, y eso sí que lo cambió todo. A pesar de esa proximidad, de esa familiaridad, yo no estaba preparado para lo que se venía encima. Parece mentira que en solo 48 horas el Espíritu Santo sea capaz de obrar milagros en nuestros corazones. Ese fin de semana me enamoré de Él.
Durante estos cuatro años he tenido la oportunidad de descubrir y amar en profundidad al Regnum Christi. Ha sido un proceso gradual, comprometerme con servir en Emaús de la UFV, consagrar mi familia al Corazón de Jesús, hacerme miembro de su guardia de honor, incorporarme a las reuniones de matrimonios de Ronda, redescubrir la belleza del matrimonio en el primer retiro del Proyecto de Amor Conyugal de la UFV, participar y servir en los seminarios de Sponsus. Incorporarme a Caritas, pertenecer al primer equipo de Encuentros con Cristo que se ha montado en la UFV o involucrarme con mi parroquia han sido todos pequeños pasos en una misma dirección. Puede parecer que he crecido deprisa sin asentar cada paso, pero aun así, siento que me falta mucho todavía por crecer y descubrir en la Fe.
O sea, que el Regnum Christi te ha ayudado a recuperar tu fe…
Cuando me preguntan si tengo Fe, respondo que “no”. Ese es mi gran secreto, yo vi a Jesús en ese retiro, un amigo y un padre cercano, amoroso y misericordioso hasta el extremo que había actuado y actuaba en mi vida y que solo me demandaba un “sí”. Así es muy fácil. Soy como Santo Tomás. Me gusta compararlo con una frase de la serie “The Chosen”, cuando Nicodemo le pregunta a María Magdalena si era capaz de reconocer a Jesús si le volviese a ver. Ella le respondió que ella era de una manera completamente diferente antes, que no la reconocería de la de ahora y que en medio estaba Él, su rey, su redentor y su salvador, que cómo no le iba a reconocer. Pues yo digo lo mismo, quien ha sentido su mano, su acción y su abrazo no puede tener nunca más dudas.
Pero volviendo a hablar del Regnum Christi y de la razón por la que me he incorporado es muy simple. Llegó un momento en que cuando me quise dar cuenta, estaba enganchado y enamorado. Ya era “de facto” miembro del Regnum. Mi familia, mi contexto, mi realidad y mi entorno, mis apostolados. Mi “Gran Familia” en definitiva, eran “Regnum”. Incorporarme era una mera formalidad.
Desde entonces, vivo y crezco en la Fe rodeado de mi verdadera familia, he encontrado compañeros de viaje y hermanos que me hacen crecer cada día en Dios. Doy todos los días gracias por ellos.
Descubrí el carisma del Regnum Christi poco a poco, a lo largo de innumerables conversaciones con sacerdotes legionarios, sobre todo con el P. Cleversom y el P. Rafael.
Entonces ¿quién es para ti Cristo ahora?
Para mí, Jesús es hoy el motor de mi vida, mi razón de ser, mi rey y mi salvador, es lo más importante de todo, pero no siempre ha sido así.
Perdí mi Fe relativamente pronto y durante casi veinticinco años estuve completamente alejado de Dios, le ignoré completamente, pero eso no significa que Él me ignorase a mí, que no me dejase de cuidar y de querer en ningún momento, simplemente yo no lo sabía ver.
Jesús es ese amigo fiel, paciente, humilde, al que demasiadas veces hacemos sufrir, pero que jamás nos abandona. Es esa persona que nos ama con la mirada, que nos deja decidir y equivocarnos, que nos deja que le abandonemos, pero es ese Padre Amoroso que nos espera siempre con los brazos abiertos, que nos ve venir de lejos, que nos invita cada día a volver a casa, a su casa, el que nos da una nueva oportunidad y no se rinde con nosotros jamás.
Dios es justamente eso, Misericordia Infinita, Amor infinito. Cómo no voy a estar enamorado de Él, no hay nada parecido ni comparable. Me basta con centrarme en su mirada, esa mirada que lo cambia todo y que lo puede todo.
Cuando dudo, recordar esa mirada y ese abrazo puede con todo. Ese en mi gran secreto para crecer y perseverar.
Jesús me llama cada día en la oración a vencer mis miedos y mis debilidades, a convertirme en un hombre para los demás y a luchar por su reino, a decirle siempre “si”, alto y claro, y a confiar en Él siempre, a dejarme llevar. Una llamada clara a un compromiso activo y a un apostolado alegre.
Yo le pido fuerzas, y le pido que el Espíritu Santo no deje de soplar nunca en mi vida y en mi familia, que no me deje solo y que no me permita alejarme nunca más de Él.
¿Qué destacarías del carisma del Regnum Christi?
Yo estudié y me formé en un colegio de Jesuitas, tengo tíos jesuitas y mi familia ha estado siempre próxima a ese carisma, por lo que toda mi espiritualidad de partida era ignaciana. En su momento, destacaba de ese carisma, sobre todo, la vocación al amor, la percepción de un Dios siempre misericordioso y la vocación de transformar a la sociedad. De partida, por tanto, me era difícil abrirme a otras realidades y carismas de la Iglesia.
Tuve una formación católica muy buena, pero también muy intelectual, una búsqueda de Dios permanente desde la razón, que me hizo en su momento perder la Fe relativamente pronto, si es que tuve Fe realmente alguna vez.
Descubrí el Carisma del Regnum Christi muy poco a poco, a lo largo de innumerables conversaciones con diferentes sacerdotes legionarios. Ha habido, sobre todo, dos que me ayudaron a descubrir y amar el carisma del Regnum Christi: el P. Cleversom Bouffon y, sobre todo, el P. Rafael Pardo.
Todavía me acuerdo de las conversaciones con el P. Cleversom, al que “me tocó”, muy a mi pesar en ese momento, llevar en nuestro coche a una esquiada del Colegio recién llegado él a España. Menudo viaje, menudas charlas, me redescubrió a un Jesús amoroso y misericordioso que yo había olvidado, y como tomando Coca-Colas juntos a lo largo de los años, me volvió a enganchar a un Jesús cercano y amigo.
No me quiero olvidar del ejemplo de fraternidad y comunidad de los miembros laicos del movimiento. Siempre he reconocido en ellos y he admirado una profunda alegría y paz.
Del P. Pardo, no sé casi ni por dónde empezar, es mi director espiritual desde hace cuatro años y es quien ha compartido mi viaje de crecimiento en el Señor durante todo este tiempo. Destacaría tres cosas sobre todo: ser consecuentes con el regalo de la Fe recibido y tener un compromiso activo con los demás y el Señor; la importancia de perseverar en la oración; y por último, la importancia de la Virgen María como madre e intermediaria.
No me quiero olvidar del ejemplo de fraternidad y comunidad de los miembros laicos del movimiento. Siempre he reconocido en ellos y he admirado una profunda alegría y paz. Desde que fui consciente de esa gran familia que me rodeaba quise ser como ellos.
Pero, sobre todo, destaco el apostolado. Creo que Dios hoy nos llama a cada uno a ser Cristianos militantes en un mundo cada vez más difícil que necesita de personas valientes dispuestas a levantar su bandera y luchar por el Reino; personas que levanten la voz y que estén dispuestas a dar la batalla por la única causa que realmente merece la pena, a defender su mensaje y a dar esperanza a los miembros de una sociedad dormida.
¿Cómo ven en tu familia la decisión de entrar a formar parte del Regnum Christi?
Cuando le comenté a mi mujer mi decisión de incorporarme hace aproximadamente un año se quedó callada. No exteriorizó ningún sentimiento. Simplemente me dijo que si eso era lo que yo quería y lo que había discernido que lo hiciese.
Me quedé muy sorprendido y un poco confuso. Mi mujer, Izaskun, es miembro del Regnum Christi desde 1993. No entendía muy bien su reacción.
Hace poco tuvimos una larga conversación. Me reconoció que ella había estado rezando por mi conversión cada día durante más de quince años. Que poco antes de que caminase en ese retiro de Emaús había tirado la toalla, pero que el Señor, durante ese fin de semana, mientras estaba en el Santísimo, le decía constantemente a través de su Palabra y de la Oración… ¡Confía!
Me confesó también que no estaba preparada para todo lo que se le vino encima después. No era capaz de reconocerme y le parecía que iba a mil por hora. Me decía también que había tenido una larga charla poco antes de ese fin de semana con una Consagrada muy amiga, y que esta le decía que “cuidado, el Señor siempre actúa”, y que los hombres cuando nos convertíamos lo hacíamos a lo bestia.
Al final de esa conversación me dijo que realmente estaba super orgullosa y que le hacía muy feliz mi incorporación, que era lo que siempre había deseado para su familia.
Entre mis hijos ha habido disparidad. Desde el que me dice que no ve la diferencia, lo cual me llena de orgullo, ya que esa es justo la realidad ya que mi modo de vida y mi compromiso era previo y mi incorporación en cierto sentido ha sido formalizar una realidad y un compromiso previo, hasta el que se siente muy unido y ha encontrado un compañero y un amigo como dice en su viaje espiritual que le está llevando a incorporarse el también.
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