Carmen es valenciana, está casada y tiene tres hijos, dos en la tierra y uno en el Cielo. Estudió Derecho y trabaja en el área jurídica de un grupo de empresas. Para ella la clave está en la familia: “Una de mis preferencias favoritas para mi marido, Nacho, y para mí, es compartir lo cotidiano con mi familia y amigos, con quienes tratamos de pasar buenos ratos disfrutando la sencillez y alegría de estar juntos”. Su cercanía al Regnum Christi de Valencia se inició con unas reuniones de matrimonios que fueron bautizadas como “Bla Bla Gin”. Allí conocieron matrimonios que llevan en el corazón. Y de su relación con Cumbres School Valencia señalan que “desde el primer momento sentimos que pasábamos a formar parte de una gran familia, de algo más que un colegio”. Nos lo cuenta en esta sentida entrevista.

¿Cómo conociste el Regnum Christi?

Conocí Regnum Christi hace unos años a través de las reuniones Bla Bla Gin, donde un grupo de matrimonios nos juntábamos en Valencia para escuchar una charla formativa y después compartíamos un rato de cena… y ¡gin tonic! Fueron unos grandes amigos que llevamos en el corazón los que nos invitaron a participar, y estamos felices de que Dios nos hiciera ese regalo. Después vinieron las charlas de Slow Love en el cole Cumbres School, que nos dieron el empujón definitivo a pensar que no había mejor lugar para la formación humana y espiritual de nuestros pequeños.

¿Qué fue lo que te enamoró de él?

Desde el primer momento sentimos que pasábamos a formar parte de una gran familia, de algo más que un colegio, de un lugar donde había un verdadero acompañamiento personal a niños y a padres, que se hacía presente a través de actividades en matrimonio, equipos de Encuentro con Cristo, adoraciones al Santísimo, retiros, y multitud de momentos donde se respiraba una alegría y un carisma especial. Mi marido y yo nos sentíamos “en casa”, como si siempre hubiéramos pertenecido a esa comunidad y felices de poder participar en lo que iba surgiendo.

Así, poco a poco, y con los tiempos del Señor, fuimos conociendo el Reino, esa comunidad que nos acogió, nos ayudó y nos orientó, formada por legionarios como el P. Wagner, P. Arrieta, P. José Luis, P. Ramón, y tantos otros, así como las consagradas, los laicos y todas las personas, verdaderos apóstoles, que con su día a día nos revelaban de una forma preciosa el rostro de Dios, e hicieron que quisiéramos a Cristo cada día un poco más, con esa relación de amor tan personal que vas forjando a fuego lento. Poco a poco aprendimos que cada cosa que hacemos viene de su mano y es para su Gloria.

Mi marido y yo nos sentíamos “en casa”, como si siempre hubiéramos pertenecido a esa comunidad y felices de poder participar en lo que iba surgiendo.

¿Y cómo vivís en el día a día con esa cercanía del Señor?

En ese conocerle y amarle estamos inmersos actualmente, en un momento difícil de cruz por enfermedad que además compartimos con otros amigos enfermos, alguno disfrutando ya de la vida eterna, sabiendo que Él no nos deja y que el amor vence siempre. En los mayores momentos de desasosiego y miedo hemos tenido la compañía del Señor y hemos experimentado la paz que necesitábamos, a través de todas aquellas personas que nos sostienen a diario con su entrega y oración en sus momentos personales o en el Rosario que rezamos juntos.

Desde vuestra experiencia, ¿nos puedes recomendar un libro, un pasaje del Evangelio, una canción… que te hable de Cristo y te llene de Él?

Cada día intentamos recurrir a la Palabra, que está viva, y donde el Señor nos guarda un mensaje que interpela. Ahora mismo, si tuviera que mencionar un pasaje, sería Josué 1, 9: “¿No te he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te acobardes, porque tu Dios estará contigo dondequiera que vayas”.

Me encanta “Alma de Cristo”, cantada y rezada, y tantas canciones preciosas… “Vine a Adorarte”… ¡de mis preferidas!

Y sobre todo, siempre, ¡Sagrado Corazón de Jesús, En Vos Confío!