Durante este fin de semana, Ana ha entendido de una forma nueva que el amor es imprescindible en su vida: “No puedo vivir sin amor, porque para ello fui creada”. Además, a través de las catequesis de Juan Pablo II, ha descubierto que “únicamente el amor infinito” es el que calma su sed. También, ha podido tomar conciencia de “la importancia de la donación diaria a los demás y de lo fundamental que es dar y recibir”
Ha podido descubrir que es consciente de su origen y de cuál es su misión, y que siempre está guiada por Él, porque “sus planes son siempre perfectos”. “He aprendido que el Señor hace nuevas todas las cosas”, nos comparte. Y aunque en muchas ocasiones se puede caer, ella es consciente de que ha sido redimida por Dios y que “la verdadera vocación de la persona es la entrega por amor”.